El director Francois Ozon cuenta la terrible historia real de los abusos a menores cometidos por un sacerdote (con complicidad y silencio de sus superiores), de la iglesia de Lyon. Lo hace a través de una de sus víctimas, un padre de familia de misa rigurosa, que decide denunciar lo que sufrió treinta años atrás. Y luego, centrándose en otro, y en otro, hasta que la sumatoria se convierte en una asociación de víctimas que consigue dar a conocer al mundo lo que pasó, y buscar Justicia.
Para eso, como se suele ver en otros casos similares de la realidad, deben derribar varias barreras. Desde que 'de eso no se habla' a la prescripción que establece que los crímenes quedan impunes pasadas dos décadas de los hechos. Con cartas que van y vienen, en las voces de los protagonistas como recurso narrativo, Ozon consigue un relato potente, aunque largo, en buena medida por la decisión de darle, a cada personaje, el tiempo y el marco familiar que lo rodea y lo acompaña. Ese espacio para hijos, padres, hermanos, se revela como verdaderamente conmovedor.