Si siempre es difícil perder el trabajo a cualquier edad, es mucho más dramático ser cesanteada a los 65 años, como los que tiene la protagonista de esta película, una coproducción brasilera y argentina.
La directora paulista Caroline Leone nos sumerge en la realidad que transita Rosalía (Magalí Biff), una operaria que trabaja en una fábrica de insumos para reactores eléctricos en San Pablo. Es la primera en llegar y la última en irse, le tienen tanta confianza que le confían las llaves de la puerta y se encarga del funcionamiento diario. Pero, en estos tiempos modernos y acelerados, cuando la economía no va por los carriles esperados, las empresas buscan fusionarse con otras, consiguen socios que aporten capital fresco, y eso es lo que ocurre en esta historia, cuando la protagonista es despedida, luego de 30 años de labor en el mismo establecimiento, a causa de los nuevos inversionistas quienes pretenden tener a otro personal.
Ante esta situación, donde la vida diaria de Rosalía es trabajar, no sólo en la fábrica sino también, como ama de casa, manteniendo la modesta propiedad que comparte con su hermano José (Cacá Amaral), ordenada y limpia, todo se le desmorona, se siente perdida y vacía, provocándole una depresión que la desmotiva para continuar con su rutina.
Su hermano, que es chofer y tiene que llevar hacia la Argentina, una camioneta para la hija de su patrón, decide que su hermana lo acompañe para que despeje la mente y con el largo viaje se olvide de todo y se distraiga un poco.
En el tratamiento estético iluminación, movimiento de cámaras, sin música ambiental, etc., la directora muta de una ficción, con un desarrollo tradicional, a una road movie, con un tinte cercano a documental.
Durante el viaje las estadías en los hoteles, cenas, escasos diálogos, etc., prácticamente se parece más a una filmación casera, con una clara intención de Caroline Leone de resaltar las imágenes y las acciones por sobre los diálogos, ya que entre ellos las charlar son mñinimas pese a que José sea quien tome las decisiones y trate de sacudirle la modorra y el letargo a Rosalía, con su carácter afable y el buen humor.
Con una visión distinta se aborda una vez más la temática del desempleado, inyectándole una mirada optimista por sobre todas las cosas, antes que ejemplificar una lucha sindical como fue vista en varias oportunidades en la historia del cine.
Rosalía tiene el desafío a su vuelta, de ver que es lo que hace de su vida, retratado todo con simpleza y austeridad, generando una gran esperanza para su futuro.