Una inteligente directora, Carolina Leone, en una coproducción entre Brasil y Argentina, que nos permite “espiar” todo un mundo acotado e injusto protagonizado por dos hermanos, que hace mucho tiempo, por dificultades económicas, sociales y emotivas han dejado cualquier ilusión de lado. Son vidas secas. Ella una mujer de 65 años que ha entregado su vida a su trabajo primero y antes al cuidado de su madre. De ese trabajo la despiden y ella, que tenía un cargo de responsabilidad, queda deprimida y vacía. Su hermano es un chofer que la obliga acompañarlo a un viaje de trabajo. Y en ese trayecto, la interacción con paisajes, personas, un diálogo acotado, el inicio de algunas relaciones permite que se abra un espació para la brisa fresca a tanto dolor y precariedad, Con un lirismo infrecuente, con una poesía triste pero reparadora, frente a tanta injusticia y tanto dolor forjado con los años.