Busco mi destino
Es un filme con sus propios tiempos, pero no contemplativo, en el que el dolor se percibe.
Rosalía nunca imaginó que habría un momento en el que advertiría que su vida útil, laboralmente hablando, comenzaría a mostrarle señales inequívocas de su finalización. A Rosalía, gerenta de producción en una pequeña planta de artículos, de reactores eléctricos en Brasil, la despiden de un día para el otro.
Pasó más de 30 años allí (“Ella puede trabajar en todas las etapas del montaje”, pareciera que la elogian, pero no), casi la mitad de su vida, y no sabe qué hacer. Acepta casi como una autómata la invitación de su hermano a acompañarlo hasta Buenos Aires. El debe llevar un automóvil. Ella debe pensar su futuro.
Tal vez el filme con más puntos en contacto que tenga esta coproducción con Brasil sea nuestra Las acacias, de Pablo Giorgelli. Los une el viaje, aunque en la película que ganó la Cámara de Oro en el Festival de Cannes los personajes a bordo del camión eran desconocidos.
Aquí, no. Pero bien puede decirse que Zé (Cacá Amaral) conoce aspectos nuevos de su hermana (Magalí Biff) en este periplo en el que hay silencios, miradas, introspección y cierto dolor.
La realizadora Caroline Leone no tiene una mirada condescendiente sobre Rosalía. Tampoco es que sólo la contempla, porque elige los planos en los que la protagonista deja que los hombros se le caigan, como si el peso de la situación fuera insoportable. E inevitable.
Tal vez por los mandatos de la coproducción lo que sí pudo ser evitable fueron los paseos turísticos por las cataratas del Iguazú, aunque Leone lo resuelve de manera imponente, pero con cierta poesía con el agua pegando en el rostro de Rosalía.
Película de ambientes, con una protagonista que está presente hasta cuando se encuentra fuera de cámara, Por la ventana habla de una sociedad y de una persona en momentos en los que ni una ni otra saben para dónde deben seguir.