Menos pregunta Dios…
El espíritu navideño continúa presente en cartelera cinéfila con un tinte de comicidad y renombradas figuras como parte del elenco. En esta ocasión es el realizador John Hamburg quien suma al desfile de comedias trilladas su último trabajo ¿Por qué Él? (Why Him?, 2016) y juega todas las cartas a repetir la ecuación que mejor resuelve: entretener. Su nueva entrega ofrece al espectador un interesante cóctel con un dejo tinte risueño similar al que utilizó en Mi Novia Polly (Along Came Polly, 2004), una pizca de la rítmica de la saga Los Fockers, y como frutilla del postrem el mítico y osado personaje Zoolander (2001), que anima la gala. Así de simple: quien haya visto Fiesta de Navidad en la Oficina (Office Christmas Party, 2016), cuya premisa pareciera rondar si logrará la magia Navideña salvar la firma que está a punto de quebrar, aquí verá algo parecido. Ahora la pregunta será: ¿logrará Laird (James Franco) entrar en la familia y pertenecer al clan antes de la fiesta de Navidad?
Sin mayores expectativas que resolver esa cuestión, la trama avanza en torno a cómo actúa un padre sobreprotector frente a un yerno que no cumple con sus expectativas. Ned (Bryan “Walter White” Cranston) visita a su hija en Standford para conocer al multimillonario de Silicon Valley, Laird, quien desde el primer momento intentará ganar la aprobación de su suegro para casarse con la joven. FIN. Tranquilamente el análisis del film podría terminar ahí ya que la narrativa no ofrece nada nuevo y, a grandes rasgos se asimila -quizás por demás- a La Familia de mi Novia (Meet the Parents, 2000). Sin embargo, por momentos tiene gags que funcionan y hay un detalle que rompe la estructura: la incorporación de la tecnología como naturalización social y cómo esta es puesta en juego para adaptar lo viejo con lo nuevo, lo dado con lo moderno, etc. Este costado resulta interesante en el siglo XXI, más aún si se lo extrapola al campo de análisis terapéutico, donde es materia de estudio la dificultad de ciertas personas para adaptarse a los tiempos que corren. Así se ve cómo Ned no encaja en la casa de Laird, que cuenta con una batería de objetos tanto muebles como inmuebles, que hacen todo por él, y mientras le da el confort de gozar de su tiempo libre, lo atonta intelectualmente. Pero es Ned quien se sentirá un tonto al no poder utilizar el inodoro electrónico mientras un soft que controla la casa mediante sensores y un software todo lo escucha y todo lo “ve”.
Párrafo aparte para el elenco. Hamburg pensó muy bien cómo vender la película y encontró la solución en los dos protagonistas, Bryan Cranston y James Franco, no solo porque se los ve impecables en los papeles, sino porque siguen sorprendiendo y demuestran, una vez más, su enorme potencial actoral. Se meten de lleno en la piel de estos personajes cómicos y logran salir de sus roles atípicos y emblemáticos como cada uno en sus papeles más emblemáticos. Ambos se lucen, pero asombra cómo el carismático personaje principal, Laird, roza lo chabacano y recuerda al padre de Greg Focker (Dustin Hoffman) mediante los comentarios inapropiados que hace de su suegra y su constante asociación de temas con la sexualidad. De igual modo ocurre con Cranston respecto al Robert de Niro de aquella saga.
¿Por qué Él? aporta su granito de arena a las comedias norteamericanas circundantes en esta playa de surfistas, pero no logra alcanzar la cresta de la ola. ¿Será que el orden de los factores altera el resultado? ¿O que, como suele ocurrir, esta nueva comedia recuerda aquellas genialidades, pero no las supera? “Es hora de adaptarse a los nuevos tiempos que corren”, algo que quizás John Hamburg debería comenzar a replantearse en trabajos futuros. Quizás con un simple cambio de paradigma obtenga un mejor resultado frente al espectador que parece salir ofendido de la sala en lugar de gozar y reír con este mix que está a un paso de resultar un verdadero combo explosivo y dejar al director fuera de carretera.