Los padres de Jake se mudan de Manhattan a la más tranquila Brooklyn, donde el abuelo, que acaba de morir, les ha dejado una casa y un local, en el piso de abajo, que hace años alquila la chilena Leonor (Paulina García). Ella tiene un hijo de la misma edad, Antonio, y los dos preadolescentes se hacen muy amigos. Como indica su título original, Little men, son ellos el corazón de esta película, la séptima de Ira Sachs, y es desde su mirada que se observa el mundo: un ámbito adulto.
Con atención a esas pequeñas cosas de la vida cotidiana en dos familias, Por Siempre Amigos es a la vez un film de coming of age, una comedia vecinal y una entrañable exploración de la amistad entre dos chicos, tan parecida a un refugio frente a ese pesado tanque, llamado futuro, que se les viene encima. Pero es el presente el que mete la cola, con los problemas de sus padres intelectuales para llegar a fin de mes y las tensiones crecientes entre ellos y la inquilina de abajo.
La forma en que Sachs, con sus extraordinarios actores, cuenta este relato profundamente humano, le permite encontrar una especie de poética de lo real que aparece naturalmente, sin subrayados ni un guión que la fuerce. Una película hecha con sensibilidad, inteligencia y amor por sus personajes, incluso aquellos más distantes. Hasta su bellísimo desenlace.