We are young, we run free
Por primera vez Fausto Brizzi, director de Notte prima degli esami (2006) y Maschi contro femmine (2010), se da a la sátira costumbrista y explora el universo de los “finti giovani”, esa gente al borde de los 50 que se niega a envejecer.
En Por siempre jóvenes (Forever Young, 2016) está Diego, un glorioso DJ radiofónico de mediana edad que cada mañana se levanta cantando “We are young, we run free” (de Supergrass) pero que, en realidad, tiene problemas de cervicales y debe enfrentarse a la amenaza de un rival mucho más joven y aguerrido en la radio. Está Giorgio, de 50 años de edad, con una novia que podría ser su hija, que se las ve y se las desea para aguantar hasta las cuatro de la mañana en las discotecas y que, paradójicamente, se encapricha de una coetánea suya más tranquila y manejable físicamente, apasionada de los vinilos. Luego están las “cougar” Sonia y Angela; a la primera le privan los “toy boy”, mientras que la segunda, a pesar de sus fuertes dudas, está de pareja con un veinteañero. Por último, Franco es un sexagenario adrenalínico y deportista que no quiere renunciar bajo ningún caso a sus maratones para hacer de abuelo.
Brizzi opta por no hacer mención alguna a la cirugía estética en su película y lo apuesta todo a la representación de un estilo de vida. Recorrida por bromas centrales, duetos ocurrente (en especial, el que enfrenta a Lillo y Nino Frassica, que encarna a un sacerdote que dirige la fantasmagórica Radio Amen) y un buen ritmo, Por siempre jóvenes no renuncia a posteriori al efecto de la nostalgia, apuntando al corazón de quien fue joven en los 80 y se emociona escuchando de nuevo a Bonnie Tyler y su "Total Eclipse of the Heart" o a los Alphaville de "Forever Young", que da título al film.