Juzgar y criticar a Por un puñado de pelos por su simple y disparatada trama es no captar la sintonía de la película
Salvando las (grandes) distancias sería como pedirle verosimilitud a un film de Robert Rodríguez.
La idea es buena y graciosa, eso nadie lo puede negar. Que un pelado (Nicolás Vázquez), quien ha hecho todo lo posible para combatir la alopecia, encuentre la solución en las aguas mágicas de un arroyo en un pueblo perdido del interior donde todos sus habitantes son muy peludos y le rinden culto a un santo de gran cabellera es, cuanto menos, un lindo disparate.
Ahora bien, la pregunta es si ese disparate está bien ejecutado. Y parece que se queda en el camino.
Una película con buenas intenciones y hecha a pulmón que no logra las carcajadas que busca y que tan solo arranca sonrisas pese a su ingenio.
Con Pájaros volando (2010) y Soy tu aventura (2003), el director Néstor Montalbano probó que podía hacer buenas comedias nacionales, el problema aquí es que no cuenta con Diego Capusotto…
Para agregarle “bizarreadas” tuvo una muy buena selección del cast secundario con Carlos “el pibe” Valderrama y el Rubén “el negro” Rada. Pero no fue suficiente.
Ahora bien, en el aspecto técnico la película está muy bien parada y además cuenta con una secuencia animada hecha por Andrés Borghi, maestro indiscutido de los FX y del cine independiente del culto (nacional), que enaltece la producción.
Para resumir, es una película que está bien hecha pero no es lo graciosa que tendría que ser. Algunos disfrutarán muchos los elementos bizarros (una rareza en el cine argentino que se proyecta en salas comerciales) y otros no entenderán de qué va. Pese a estas disparidades, que una film así llegue a estrenarse es un motivo para celebrar.