Sin vueltas ni preámbulos, Por un tiempo introduce al espectador de lleno en el meollo de una temática que va atravesarla en su totalidad. Una convencional y feliz pareja al borde de su primer alumbramiento se topa con una pequeña hecatombe para la relación: una niña preadolescente, fruto de una relación anterior de él y de la que desconocía su existencia, irrumpe sin desearlo en la vida de ambos. Con una madre agonizante y una tía poco maternal pero expeditiva, la niña se introducirá en un mundo desconocido, cálido pero levemente hostil, y transformará con su retraimiento y fragilidad un ámbito a la vez tan frágil como ella. El intérprete y ahora realizador Gustavo Garzón, como ya lo había demostrado en los libretos del unitario Señoras y señores, aprovecha para su ópera prima su capacidad de contador de historias y su experiencia en el manejo actoral para narrar con fluidez una trama humana no tan sencilla de plasmar.
Esteban Lamothe transmite una sustanciosa cantidad de sentimientos, desde la incertidumbre hasta la ira y el dolor, con recursos dramáticos sutiles y profundos. Ana Katz lo acompaña en ese tránsito con la mirada de una simple mujer desatendida, cuya situación de gravidez incrementa su inmanejable sensibilidad. Con buenas participaciones de Patricio Contreras, Sergio Surraco y Maria José Gabin, Por un tiempo, más allá de algún altibajo, indaga, atrapa y no desdeña la emoción.