Buen debut del Garzón director
Al comienzo, nomás, se plantea directamente el conflicto: un tipo ve alterada su vida por una mujer que le impone hacerse cargo de una hija hasta entonces desconocida. Dicho desde otro ángulo: la hermana de una mujer enferma enfrenta al padre de su sobrina para que se entere y se haga cargo. La acompaña un hombre de mirada firme y pocas palabras, quizás un abogado, mejor no preguntar.
La escena es simple y fuerte. El siguiente problema es contarle a la esposa lo sucedido, justo cuando ella está disfrutando su primer embarazo segura de la compañía de su marido. Y luego, conocer a la hija, que para colmo está encerrada en una crisis preadolescente. Tiene 12 años, la madre enferma, un padre distante, no es fácil. Nada es fácil.
"Por un tiempo" expone los problemas de cada uno, los intentos de los mayores para afrontar los hechos, el acercamiento a la madre de la niña, que ni siquiera fue una novia lejana, la reticencia de la niña para salir un poco de su caparazón, el tanteo de alguna forma de entendimiento, la evolución del hombre que además tiene "otras cosas que hacer": es arquitecto a disgusto con un cliente grasa. Irónicamente, su hija se ha criado entre ese tipo de gente.
Sin proclamas ni ostentaciones dramáticas, con sólo poner las cosas ante nuestra vista, la película dice mucho. Quizá pudo decirlas todavía más profundamente, pero eso también depende de hasta dónde el público está dispuesto a llegar. Por su parte, el autor le está abriendo un camino. Dicho autor es Gustavo Garzón, intérprete de nivel que se tomó su tiempo para debutar como realizador de cine, y acaba de hacerlo así, con una obra pequeña, sentida, precisa.
Buena historia, creíble, sin melodrama, sin agachadas. Buenos intérpretes, sobresaliendo Mariana Katz como la esposa que se hace cargo hasta donde puede, un poco por espíritu maternal, y quizás otro poco para entender a su marido y cubrirlo hasta que él se asuma como padre. Más tarde podrá tener sus berrinches o superarse todavía más como persona, ya veremos. Otro mérito de la película es, precisamente, recordarnos la complejidad y los vaivenes del carácter humano. Vale la pena.