La opera prima del reconocido actor argentino Gustavo Garzon es un shock emocional que nos interpela desde lo sentimental a través de una historia simple. Las relaciones familiares han sido siempre conflictivas, y más aún cuando el drama toca a su puerta. Por un tiempo es una construcción ficcional de increíble sutiliza visual y de mesurado contenido narrativo.
Leandro (Esteban Lamothe) y Silvina (Ana Katz) esperan su primer hijo en la comodidad de su vida burguesa de clase media pero el clima apacible toma un giro brusco cuando Leandro se entera que tiene una hija de 12 años, fruto de una relación casual del pasado. Debido a una grave afección que sufre su madre, Lucero (Mora Arenillas) deberá pasar una temporada junto a su padre desconocido a la espera de una improbable cura.
Fiel al retrato de una familia moderna, Lucero se muda a la casa de Silvina y Leandro en donde la recepción fue cálida hasta que Leandro comienza a modificar su rutina. Desacostumbrado a la vida de padre tendrá que aprender a cumplir su rol desde el cariño, pero también desde la autoridad. La hostilidad inicial de la niña pronto cederá, ante una confesión intima que cambiará para siempre su forma de ser y de pensar.
En honor al título del film, la historia nos sumerge en el círculo más íntimo de un ser humano, su casa, pero solo por un tiempo. Ese tiempo necesario en el que un padre se descubre como tal y una hija comienza a quererlo más allá de las inclemencias de la vida. Es también ese tiempo en el que una madre primeriza se relaciona con su bebe por nacer y sus miedos naturales. El tiempo como factor inexorable de sentencia, es vital para comprender el mensaje de este relato familiar en donde el amor desborda por todos sus rincones.