Cuando la comedia mete sus narices en el mundo del porno el resultado suele implicar más el amor (y la amistad) que el sexo. Es lo que sucede en Porno para principiantes, la película de Carlos Ameglio que parece contagiarse del letargo melancólico de la Montevideo ochentosa que evoca.
Víctor (Martín Piroyansky) es un director de cortometrajes que está por casarse con su actriz pero que no llega a pagarse la heladera ni la fiesta. El apuro coincide con la invitación a dirigir una película pornográfica que le hace su amigo empleado de videoclub Aníbal (Nicolás Furtado), para la que el turbio productor Boris (Daniel Aráoz) promete un tentador billete (y parvas de cocaína).
A las espaldas de su novia y suegro –aunque el secreto no durará mucho–, Víctor se dedica con ánimos amateur-bizarros de Ed Wood a concretar la versión condicionada de La novia de Frankenstein, protagonizada por el desacatado Aníbal y la porno star Ashley (Carolina Mánica).
Entre la tierna osadía de Zack y Miri hacen una porno y la iniciación naíf de Una noche con Sabrina Love, Porno para principiantes (que hace extraña dupla de locación retro con Así habló el cambista) es –quizás como el género que cita– mejor en los preliminares que en el desenlace.
Piroyansky aporta gags prometedores con su Woody Allen rioplatense pero la dispersión e intermitencia fraguan una legítima excitación.