Me reí bastante con Porno para principiantes, es el tipo de humor que a mi me gusta: por momentos absurdo, por momentos irónico y por momentos bien cinéfilo (con referencias).
Asimismo, me queda bien en claro que por ello no es un humor universal y que por lo tanto muchos espectadores no se reirán. Así que dependerá de que si entrás o no en el código del film.
El planteo y los primeros minutos me parecieron fantásticos: un chico buscando respuestas sobre una porno que se volvió legendaria y cuyo director ahora es un sacerdote que está en el exilio.
A partir de ahí nos vamos a Uruguay (no me queda claro qué ciudad) de los 80s para conocer la aventura que embarcan los personajes de Martín Piroyansky y Nicolás Furtado. Ambos muy bien en sus papeles al estilo buddy movie.
Y el máximo problema que tiene dicha aventura y que replica en la película es, justamente, la parte porno.
O sea, quedaba bien en claro que no íbamos a ver escenas de sexo explícito ni que las mismas hacían falta, pero es demasiado light en ese sentido. Le faltó ser un poco más trash.
Mismo con la actriz protagonista Carolina Manica, que, si bien su rol es correcto y se encuentra bien laburado desde lo vincular, no le creí la parte de estrella de porno tal como lo plantean.
Por hacer una comparativa de algo parecido, en The girl next door (2004) manejó mucho mejor la situación.
A nivel técnico está muy bien, el director Carlos Ameglio narra la historia con buena técnica y hay un despliegue de producción interesante para un presupuesto acotado. Las locaciones, los autos, el vestuario y maquillaje son de la época que se retrata.
El film es entretenido y pasa raído, aunque el clímax es un poco precipitado.
Porno para principiantes es una buena comedia, es distinta y se anima a jugar un poco. Lo cual es para destacar.