Manuel Abramovich más cerca de la melancolía que del porno de autor
A medio camino entre la ficción y el documental, la nueva película del director de "Soldado" (2017) y "Blue Boy" (2019), estrenada en la competencia oficial del Festival de San Sebastián y premiada por su elegante fotografía, retrata a Lalo Santos, un obrero mexicano de Oaxaca que se convirtió en “sex influencer” y actor porno.
Pornomelancolía (2022) despertó la polémica antes de su estreno y no sólo por el tema abordado, sino porque su protagonista manifestó públicamente a través de las redes sociales que durante el rodaje se sintió manipulado frente a su vulnerabilidad psicológica siendo presionado a filmar escenas que había expresado con anterioridad su negativa. En unos de sus hilos a través de Twitter Lalo cuestionaba “la pertinencia de usar a personas sin experiencia cinematográfica, vulnerables y sufrientes para deleite estético de una minoría intelectual”. Y es que Pornomelancolía no solo desnuda su exterior sino también su interior, pero no lo hace con morbosidad sino con respeto y sensibilidad.
Pornomelancolía se centra en Lalo Santos, obrero en una fábrica, explotado y mal pago, que comienza compartiendo en sus redes sociales fotos de alto contenido sexual y termina abriendo su propio canal con videos caseros, mientras se presenta a un casting para la realización de una película porno. Pero lo que en realidad se muestra es a un muchacho solitario y sensible frente a una realidad social y económica que lo interpela, mientras que sin quererlo sigue siendo parte de esa explotación.
Lalo es el protagonista único, pero a partir de su figura se van desprendiendo una serie de tópicos que le sirven al realizador para abordar las contradicciones entre la realidad y la fantasía. Abramovich superpone como si de capas se tratasen el mundo virtual con el mundo real. Y ahí es donde yace el núcleo de Pornomelancolía, en la contradicción que se establece entre la atiborrada vida virtual del protagonista con miles de seguidores, likes, mensajes e interacciones que en nada se condice con esa melancolía que lo invade en la vida real.
Hay una escena que sucede durante el rodaje de una película porno. En ella Lalo y otros actores hablan de temas personales de forma abierta, mientras fuera de foco se ve la figura de dos hombres practicando sexo oral. Nada más gráfico para ejemplicar dos realidades, dos mundos, dos intimidades que se contrastan y chocan con fuerza, pero que, contrariamente, forman parte de lo mismo.
Pornomelancolía, con sus escenas de sexo explícitas y su polémica ético-moral, a priori no busca regodearse en la miserabilidad ni exponerla con aires de superioridad, sino más bien todo lo contrario, ofreciendo una mirada honesta e inteligente sobre la insatisfacción de tener todo para no tener nada.