Un clásico de culto se readapta a las leyes del terror de estos tiempos para dar una película que, si no comparamos, sale bien parada.
Cuando se estrenó Evil Dead (Diabólico para Latinoamérica), en 1981, no fue un suceso inmediato. Pero el tiempo le jugó a favor y ahora hablamos de esa obra de Sam Raimi como uno de los clásicos del género. Allí se nos narraban las aventuras y desventuras de Ash (Bruce Campbell) y sus amigos, atrapados en una cabaña en medio del bosque luego de despertar a un antiguo espíritu maligno. En esa oportunidad, el terror estaba presente, pero también había una gran dósis de humor y de absurdo, un poco de risas con y contra el género que le dieron un toque único a la película. Tanto que, cuando se autoremakearon (léase, Evil Dead II o Noche Alucinante, depende en qué parte del mundo estén) los gags casi se mudan al slapstick, convirtiéndola prácticamente en una parodia de la primera entrega, pero no por eso menos efectiva.
Ahora, más de 30 años después de la primera entrega, Sam Raimi toma los cables para una nueva versión y pone a Fede Álvarez como director de esta Posesión Infernal, que es lo que hubiera sido Evil Dead, la original, si tuviera que jugar con las reglas del cine del terror actual. Esto quiere decir: torturar, desmembrar, desangrar y demás tormentos. Porque eso es lo que de verdad toma la delantera en Posesión Infernal: el asco y el dolor, y son recursos de los que Álvarez -muchas veces- abusa. Tanto que, al finalizar la película nos quedamos pensando si no fue eso lo único que vimos a lo largo de 90 minutos. Porque, argumentalmente, no es distinta a la primera. Si, se intentó dar algo más de profundidad cambiando el fin de semana de locura de Ash por un intento de hacer que Mia (Jane Levy) deje las drogas que casi la llevan a la muerte, pero eso termina siendo una subtrama muy poco importante para el desarrollo final. El chiste comienza cuando leen el famoso libro (que vuelve a su nombre original, Naturan Demanto, olvidando el Necronomicon Ex Mortis de Evil Dead II y El Ejército de las Tinieblas) y los dedites aparecen en escena.
En si, la película no es la gran cosa, pero si vale reconocerle dos cosas que, a fin de cuentas, la dejan bien parada. La primera es el total descaro con el que se muestran las escenas violentas y sangrientas, algo muy poco común en el cine "comercial". Ni El Juego del Miedo se atrevió a mostrar tantos litros de sangre por fotograma. Y la otra es que, con el correr del tiempo, la historia va mejorando, y va tocando puntos en común con la primera entrega, hasta que en el desenlace el panorama es distinto, y -sobre todo- el tono con el que se trata el horror cambia para dar paso a algo más cercano a lo que el fanático de Evil Dead espera.
Tal vez Posesión Infernal sea una película de terror más, pero que se atrevió a dar un salto más hacia el gore dentro del cine comercial. Posiblemente esto sea el principio de una tendencia que vamos a terminar odiando, o tal vez quede como algo único. Algo que, seamos justos, podría ser bueno para la franquicia de Evil Dead, ya que todas sus entregas tienen ese gustito a "cosa única" que pocas películas de género tienen; pero lamentablemente esta vez no sería tan merecido. Porque es una buena película de terror, si, pero no mucho más.
Ahora, un consejo: Quedense durante los créditos.
@JuanCampos85