Sin caer en lo macabro, el film cumple su cometido
Desde el comienzo, la trama llama la atención de los espectadores, pues de una caja misteriosa aparece una especie de sombra que mata a su dueña. El guión da de pronto una vuelta de tuerca cuando Clyde, un exitoso entrenador de básquet recién divorciado, concurre con Em y Hannah, sus dos adolescentes hijas, a una feria de venta de los más estrambóticos objetos. Entre ellos está esa caja que llama la atención de Em, quien le pide a su padre que se la compre. El hombre accede y la caja va a parar a la casa de Clyde, donde los fines de semana las dos jóvenes van a pasar unos días con su progenitor y, desde ese momento, la muchacha se obsesiona de manera muy extraña con la caja y a pesar de que los padres, en un principio, no le dan demasiada importancia a este hecho, la existencia de la muchacha se torna cada vez más asombrosa y la pareja teme la presencia de una fuerza malévola.
El director danés Ole Bornedal, que ya había rodado La sombra de la noche en los Estados Unidos, supo sin duda otorgar el oscuro clima y la necesaria dosis de suspenso a un guión bien elaborado que nunca cae en lo macabro ni se deja tentar por escenas demasiado escabrosas. Claro que esta película tiene como productor nada menos que a Sam Raimi, creador de una gran variedad de films que van desde la comedia más alocada al terror más gore, y que se recuerda con nitidez por la dirección de la exitosa trilogía de El Hombre Araña .
El elenco se desempeñó con corrección, ya que tanto Jeffrey Dean Morgan como Kyra Sedgwick supieron darle la necesaria emoción a los padres de la chica acosada por ese espíritu, pero sin duda es el trabajo de Natasha Calis, como esa adolescente que tortura y es torturada por el fantasma de la caja, quien se lleva los más entusiastas aplausos.