¡Hay alguien en mi cuerpo!
Al fin una película de terror que no recurre al registro de la "camara en mano" y sigue los pasos del relato clásico, sin la necesidad de tantos efectos especiales. Lo justo y necesario.
En ese sentido, Posesión Satánica (The Possession) es un logrado trabajo del realizador danés Ole Bornedal (Just Another Love Story, Líbranos del mal) que asusta con buenas armas y crea el clima adecuado para este tipo de realizaciones. Desde la producción, el nombre de Sam Raimi también hace lo suyo, considerando que hace años filmó Diabólico.
Trasladar a la pantalla el tema de las posesiones diabólicas es, casi siempre, un arma de doble filo porque mucho se ha visto desde el clásico de William Friedkin, El exorcista, que lanzó a la fama a una por ese entonces desconocida Linda Blair. En esta película, supuestamente basada en sucesos reales, una niña ve cómo su mundo cotidiano deja lugar a una extraña criatura conocida como "Dibbuk".
Un matrimonio recién separado (Jeffrey Dean Morgan y Kyra Sedgwick) reparte su tiempo entre sus dos hijas, la pequeña Em (Natasha Calis) y otra adolescente, pero lo que el padre ignora es que una extraña caja negra adquirida en una subasta cambiará la vida de la pequeña y las de todos.
El tema del Mal liberado en la Tierra y personificado en una pequeña (al igual que en La profecía) se despliega con fluidez narrativa, sumergiendo al espectador en el misterio que encierra la caja. La misma va alterando los comportamientos (y la suerte) de sus propietarios.
El comienzo impacta y deja lugar a una sucesión de escenas en las que el terror irrumpe y un espíritu maligno, escondido en el cuerpo de la niña, dice presente. Invasiones de insectos, rituales judíos, juegos constantes de luces y sombras, médicos especialistas y un desenlace en la morgue que pone los pelos de punta, son algunas de las sorpresas que encierra la "caja feliz".