Enfrentarse al universo de Carlos Reygadas no es tarea fácil. El director mexicano siempre va más allá con cada una de sus propuestas. Luego de narrar historias bellísimas y crudas “Japón”, “Batalla en el cielo”, “Luz silenciosa”, llega la hora de contar qué pasa con los claroscuros y la dualidad humana.
Porque de eso trata “Post Tenebras Lux” (México/Francia/Noruega, 2012), de plasmar de una manera hipnótica (utilizando un lente convexo que hace que se focalice la visión en el centro de la pantalla y se distorsionen los bordes) la doble moral que vive en todos los hombres.
Doble moral regida por un “demonio” que visitará a un niño y que al finalizar el filme cerrará el círculo. Juan (Adolfo Jiménez Castro) y Natalia (Nathalia Acevedo) son un matrimonio acomodado de la clase alta mexicana que decide ir a vivir en las afueras del DF para que sus hijos crezcan en contacto con la naturaleza (interpretados por los hijos del director).
La pareja está desgastada. Se aman y se odian. En el medio de ese oasis, donde asistimos a las rutinas de hombres/niños/animales, los conflictos dentro y fuera del hogar no se harán esperar.
Desde un estallido de violencia con un animal a la necesidad de hacer participar al otro en una orgía, esa es la controversial línea elegida por Reygadas para enfrentarnos con su historia de manera visceral. Silenciosos, expectantes, cada participante de la película tendrá algo que ver con el otro y determinará el futuro de todos.
Un futuro que debemos ir completando a medida que avanza el metraje, ya que Reygadas no cuenta la historia de manera lineal, sino que va desagregando indicios que deberán ser hilvanados en un proceso artesanal por parte del espectador.
¿Es un sueño lo que estamos asistiendo? ¿Es la vida de los protagonistas? ¿Es ese Belcebú visitante el que dirige la vida Juan? ¿En algún momento llegará la luz después de la oscuridad a la que refiere el título? Travellings, pocos diálogos, algunas palabras afectadas y la cámara fija “narrando” un personaje (dejando fuera de campo al resto, con la violencia y la ignorancia que eso genera). En el fondo hay también una crítica a la clásica lucha de clases.
En el conflicto latente de pobres versus ricos, que se intenta polarizar con escenas compartidas por el protagonista y su familia en los espacios comunes con la clase popular, es en donde está una de las respuestas a esta compleja y difícil cinta. La fotografía de Alexis Zabe, propone encuadres y planos secuencia hermosos, que además, en el silencio de la acción, generan, junto con la distorsión de los contornos un efecto de extrañamiento y atracción.
Película para ver sin prejuicios, dejándose llevar por una propuesta diferente e innovadora. Reygadas obtuvo por este filme el premio al mejor director Cannes 2012.