Mighty Morphin Power Rangers (1993 - 1996) fue un producto de su época. Descendiente directo de Ultraman - y todos esos sicodélicos superhéroes japoneses de la década del 60 y 70 -, la novedad consistía en armar un equipo de superhéroes adolescentes y, cuando los puños no daban resultado, embarcarlos en una serie de bizarros vehículos que podían unirse y transformarse en un gigantesco robot. La idea de las gemas de poder viene de Ultraman, la del equipo de guardianes intergalácticos escogidos entre humanos proviene de Linterna Verde, y hay toneladas de animés con mechas que datan de la década del 70. Nada nuevo, a decir verdad, sino un reciclado de ideas probadas a las que se le agregó sabor americano con tal de seducir al público estadounidense. Porque Saban - productora de innumerables series y peliculas infantiles - adquirió los derechos de la longeva tira japonesa Super Sentai (emitida desde 1975 hasta ahora!), la canibalizó y le puso escenas con apetecibles adolescentes yanquis. Semejante sacrilegio no tiene nada de nuevo: ya en 1956 los americanos hicieron los mismo con Godzilla (1954), borrando media película y agregando escenas nuevas con Raymond Burr como protagonista (costumbre que seguiría, en mayor o menor medida, con el 90% de los filmes fantásticos japoneses importados a USA, desde Rodan y los clásicos de la Toho hasta la versión americanizada de Gamera).
Al menos Mighty Morphin Power Rangers tuvo el suficiente tino de acertar las sensibilidades norteamericanas. Los productos televisivos japoneses - en especial los de superhéroes - tienden a ser demasiado frenéticos, incoherentes y hasta violentos - razón por la cual han quedado reducidos (en su mayoría) al ghetto de productos de culto -. Es posible que la base de seguidores yanquis de los Power Rangers sea mucho mayor de, por ejemplo, Ultraman, que es un héroe mucho mas venerable y antiguo - después de todo, era un show que se pasaba en una de las principales cadenas estadounidenses mientras que Ultraman ha quedado relegado a los videoclubes especializados -. Por otra parte, los Power Rangers no dejan de ser productos baratos, camp e hipercafeinados. Es difícil tomarse en serio a un montón de tipos con trajes de plástico luchando contra monstruos ridículos y montando naves de juguete - aparte de que se gritan amenazas todo el tiempo -. Ultraman (y en especial su variante adulta, UltraSeven) hacen lo mismo pero tienen cierto sentido de sacrificio existencial, de causa noble en donde la vida del héroe podía ser cegada por el límite de sus poderes o por enfrentarse a una amenaza abrumadora. En los héroes Ultra hay drama mientras que los Power Rangers son indestructibles y sólo se enfrentan a la amenaza de la semana.
El gran problema con Mighty Morphin Power Rangers es, cómo adaptarlos de manera decente al nuevo milenio. En el fondo es el mismo dilema que sufren otras series basura, caso de Perdidos en el Espacio - la cual conocen todos, pero a su vez nadie la considera seria o respetable -. La versión 2017 de Power Rangers intenta hacer lo mismo que la versión 1998 de Lost in Space: una historia seria y dramática, algún comic relief para alivianar el clima (y demostrar que los que hacen esto conocen la esencia estúpida de la serie original), homenajes varios a la estética de la tira y un intento de convertir el producto en una franquicia. Pero eso es algo que choca con el recuerdo de robots de plástico peleando sobre maquetas de cartón, al igual que en Lost in Space 1998 uno veía a los Robinson enfundados con trajes de lujo y peleando contra una escalofriante araña CGI, algo que se lleva de patadas con la imagen original de tipos vestidos con foil de aluminio de cocina y luchando contra una zanahoria mutante cuyo disfraz se le nota el cierre en la espalda. En todo caso el camino debiera ser el mismo de otras series trash adaptadas al cine - como Starsky & Hutch, Los Angeles de Charlie o 21 Jump Street -, que es la parodia salvaje. Claro, Saban no puede permitirse el lujo del humor zarpado - como los besos lésbicos de Carmen Electra, un trío de mujeres disfrazadas de strippers o las bromas de penes de Rob Riggle en las mencionadas películas - y cae en el pecado de querer prenderse a la lucrativa moda de superhéroes. Y mientras que el producto final es bastante respetable, la pregunta de fondo es si ésto va a dejar feliz a los fans de la serie original... respuesta que parece ser un rotundo no.
Honestamente, Power Rangers 2017 es una película mucho mejor que lo esperado. No hace nada nada nuevo - es otra historia de origen de superhéroes, entrenando, descubriendo sus poderes, enterándose de la amenaza que van a enfrentar, funcionando como equipo cuando al final las cosas parecen perdidas - pero lo que hace lo hace bien. Quizás la distinción sea el enfoque - es una versión de The Breakfast Club protagonizada por Los Vengadores -, el cual está bien resuelto. No es Shakespeare pero el desarrollo de personajes es potable - son todos adolescentes con dramas que se hacen amigos en la detención escolar de los sábados; ¿dónde está Paul Gleason cuando mas lo necesitamos?. "Don´t you... forget about me... la, la, la" -, la química de los chicos es muy buena, las perfomances son pasables. Mientras que otros críticos odian las historias de origen en los filmes de superhéroes, a mi me parecen necesarias: es la manera de construir credibilidad a la hora de despacharse con los disfraces y los efectos especiales. Y si bien el desarrollo es algo lento - estos tipos recién aparecen trajeados en los últimos 15 minutos -, me parece coherente. Ya tendremos Power Rangers trajeados todo el tiempo en la secuela.
Incluso la historia de fondo me parece simple y razonable: la vida en los planetas se desarrolla por una gema implantada por una raza de alienígenas guardianes. Uno de ellos - Rita Repulsa - se rebela y decide apoderarse de el de la Tierra, lo que termina con la aniquilación del equipo de Zordon y el congelamiento de Repulsa en estado criogénico - y esto es, desencadenando el acontecimiento cataclismico que extinguió a los dinosaurios hace 65 millones de años; una bomba con tal poder que fue la única capaz de frenar a Repulsa de concretar sus intenciones -. Antes del bombazo Zordon entierra las joyas de poder y aguarda, paciente, que la vida en la Tierra produzca una generación de elegidos, tipos nobles capaces de portar el anillo verde... digo, las gemas de poder. Cuando Emilio, Anthony, Judd, Molly y Ally lo desentierran, tambien reviven el poder de Repulsa y deben transformarse en superhéroes con el tiempo en contra, cosa que la batalla contra la villana no se convierta en una masacre - y termine con sus vidas -. He allí un argumento simple y económico que cualquier pelafustán puede entender sin agotar la neurona.
El detalle está en el enfoque de Dean Israelite (Proyecto Almanac), el que usa planos visuales muy interesantes - como la prodigiosa toma única inicial que sigue al protagonista en toda su fuga a bordo de una camioneta, yendo hasta los patrulleros que persiguen, dando vueltas alrededor de la camioneta, enfocando a Dacre Montgomery al momento de chocar... algo que me hace acordar a las piruetas visuales de Alfonso Cuarón en Children of Men en la secuencia de la fuga de Clive Owen - y hay momentos en que Power Rangers 2017 parece dirigida por Josh Trank (el mismo de Chronicle). Esas cámaras movidas, esas tomas cercanas, esa cosa íntima entre adolescentes tomados desde planos rápidos.
Lo otro que destaca es la perfomance de los veteranos. Bryan Cranston aporta dignidad como Zordon, Bill Hader pone la misma chapucería que Alfa 5 ponía en la serie, y quizás la que se destaca es Elizabeth Banks, la cual empezó su carrera como muñeca decorativa, después se volvió una buena comediante y ahora está ampliando su rango en todo tipo de género. No es que su Rita Repulsa sea genial como el Joker de Heath Ledger, pero al menos me pareció bastante sólida como villana y rebosa maldad. Hay tantos filmes que mellan su efectividad por el pésimo casting de un villano - ¿alguien recuerda la insípida perfomance de Mila Kunis como la Malvada Bruja del Oeste en Oz, el Grande y el Poderoso? -, pero éste no es (por suerte) el caso.
Power Rangers 2017 es una buena película pochoclera. Es sólida y si hay reproches es que se va de mambo con las luchas y los efectos especiales en el tercer acto, pero ese parece un vicio infectado en los últimos estamentos del género de superhéroes. Para alguien que no espera nada, es un filme superior a las expectativas; para el fan de la serie le parecerá una herejía - demasiado seria para sus origenes - en donde, en todo caso, el mayor pecado del filme es su crisis de identidad, donde no se seduce a propios y parece demasiado genérica a extraños.