EL CLUB DE LOS CINCO
De poderes, zords y otras yerbas.
Si mezclamos el “rescate emotivo” que está haciendo furor por nuestros días y el tremendo éxito del que goza el género superheroico, no podemos culpar a la gente de Saban Films por querer reflotar esta franquicia que tanto furor logró entre los pequeñitos (y no tanto) de la década del noventa.
No es la primera vez que los Power Rangers llegan a la pantalla grande, pero esta vez lo hacen desde cero, con una historia que nos cuenta sus orígenes. Todo arranca en la Era Cenozoica, cuando Zordon (Bryan Cranston) decide sacrificarse para salvar a la Tierra de la traición y el ataque de Rita Repulsa (Elizabeth Banks), ex Ranger en busca del Cristal Zeo. Sesenta y cinco millones de años después, en la pequeña ciudad de Angel Grove, nos encontramos con Zack, chico popular y héroe deportivo de la escuela, aunque un adolescente bastante problemático.
Una broma pesada y un accidente después, Zack queda imposibilitado de volver a los deportes, además de pasar el resto del año en castigo junto con otros marginados escolares. Ahí conoce a Billy, un chico inteligente con alma de científico pero con poca capacidad para relacionarse socialmente, y a Kimberly, adolescente popular con problemas de autoestima.
El destino los cruza a los tres, junto a otros dos compañeros -Trini y Jason-, en la mina del pueblo donde descubren unas extrañas gemas. Las piedras les dan poder y los guían hasta una nave abandonada, donde descubren que su destino es convertirse en guardianes del universo. Una carga pesada para cualquier adolescente, pero estos cinco parias deberán aprender a lidiar con ello.
Pronto descubren que una gran amenaza viene en camino. Bajo el mando de Zordon (que logró sobrevivir en alma, por así decirlo), y el simpático Alpha 5, los jovencitos entrenaran duro para enfrentar al ejército que se avecina -liderado por una Rita regenerada y Goldar, su gigante de dorado-, pero tendrán que ganarse la confianza (la propia y la de los otros) y el “título” de Power Rangers.
Dean Israelite está acostumbrado a lidiar con adolescentes que no saben esquivar los quilombos. El director de “Project Almanac” (2015) se mete con la franquicia basada en “Super Sentai” y sale muchísimo mejor parado de lo que cualquiera podría imaginar. “Power Rangers” (2017) es una aventura superheroica entretenida, cargada de acción, repleta de referencias a la cultura pop, muchos guiños a los clásicos Power y una problemática juvenil que, resulta un tanto forzada, pero no está nada mal incluirla por nuestros días.
Esta nueva entrega, la primera de una saga si la cosa tiene éxito, es una extraña mezcla entre “El Club de los Cinco” (The Breakfast Club, 1985) y “Poder Sin Límites” (Chronicle, 2012). Claro que no alcanza la calidad de las mismas, pero se esfuerza por darle un marco más “serio” y alejarse del producto “kitsch” creado por Haim Saban. Acá no hay trajes de poliéster ni monstruos de goma espuma, pero “Power Rangers” mantiene ese espíritu y lo aggiorna al siglo XXI, donde ya estamos más que acostumbrados a ver trajes, mechas y villanos en CGI.
No puedo hablar con conocimiento de causa, y estoy segura de que se me escaparon un montón de referencias, pero “Power Rangers” funciona bien para el fan, para el público menudo que quiere ver una aventura superheroica y para los espectadores, en general, que disfrutan de estas historia y no le temen al absurdo.
La película tiene sus fallas, sí, tal vez tarda demasiado en presentarnos a los héroes y se pierde en sus conflictos personales; pero tiene el carisma de sus protagonistas, un grupo variopinto de colores, razas y personalidades. “Power Rangers” se la juega (y exagera un poquito) con la diversidad y la inclusión, aunque se ríe de sí misma. La elección de personajes no está mal porque, al fin y al cabo, son adolescentes con sus mambos y, además, todos somos diferentes.
Lo que más nos puede chocar, entre tanto “hiperrealismo”, es la presencia de Banks y su exageradísima Repulsa. Rita viene de otro tiempo y así se comporta, la típica villana con ganas de destruir todo lo que se le cruza por el camino.
La historia, al igual que los efectos especiales, va de buena a mediocre, pero en el conjunto sale ganando porque ofrece, justamente, lo que promete: una película de acción protagonizada por un grupo de adolescentes aspirantes a héroes. ¿Qué les depara el futuro? Van a tener que quedarse hasta después de los créditos.