Power Rangers

Crítica de Juan Ventura - Proyector Fantasma

(A)Morfosis
“¡Mastodonte! ¡Triceratops! ¡Pterodáctilo! ¡Tigre colmillo de sable! ¡Tiranosaurio!”. Al leer esas palabras, las imágenes fluyen instantáneamente por la mente de quienes tenemos veintilargos o treintaypocos. Los Mighty Morphin Power Rangers fueron un ícono de la cultura pop en los ‘90 y una referencia innegable para toda una generación de pibes que creció jugando con muñequitos de Jason (de Zack, en el caso de este cronista) y llenando los álbumes de figuritas. Con el tiempo se fue transformando en una serie de culto, fruto de su masividad, pero también por sus numerosos elementos bizarros y de clase B.

La política “medioambiental” de Hollywood (que recicla a mansalva todo lo que que se le cruza en la mira) inevitablemente derivó en una reactualización de la popular franquicia, con vistas a instalar una nueva saga entre los públicos juveniles. En ese sentido, el filme tenía un doble objetivo: reintroducir la serie para las nuevas generaciones y, a su vez, satisfacer a los fans nostálgicos de los viejos Mighty Morphin. No obstante, por su tono serio, falencias narrativas varias e insipidez de sus personajes, el resultado termina siendo bastante discreto, logrando apenas ser una más del montón entre las decenas de películas que año a año se relanzan, en línea con la “onda verde” recicladora de la industria.

La historia se sitúa en el tranquilo pueblo de Angel Grove, donde 5 adolescentes que no encuentran su lugar en el mundo (cada uno por diferentes motivos) se topan con misteriosas piedras que esconden fabulosos poderes. Ellos son Jason (Dacre Montgomery), Trini (Becky G), Kimberly (Naomi Scott), Zack (Ludi Lin) y Billy (RJ Cyler), y para convertirse en Power Rangers recibirán la ayuda de Zordon (Bryan Cranston, en una participación absolutamente testimonial) y Alpha 5. Ante la inminente amenaza de la renegada Rita Repulsa (Elizabeth Banks), los púberes rangers deberán aprender a trabajar en equipo y dejar a un lado sus diferencias personales.

Al reintroducir el “universo Power Ranger” en el siglo XXI, el filme se ocupa centralmente en presentar a los personajes con lujo de detalles, y para eso se toma un buen tiempo. La mayor parte de la película trata sobre los problemas de cada chico, su entrenamiento y la comunión general del grupo. Así, lo tenemos a Jason, un rebelde que dilapida la posibilidad de ser un jugador profesional de fútbol americano; Kimberly, una chica popular caída en desgracia entre sus compañeras; o Billy, un chico particular que sufre el bullying de todos sus compañeros.

Pensándola como el primer capítulo de una saga que tendrá varias secuelas, tiene lógica una amplia introducción que sitúe correctamente a los personajes. Sin embargo, el desarrollo resulta tan estereotipado y forzado que parecería que el guionista John Gatins hubiese puesto el mínimo esfuerzo en la elaboración de la historia. Los conflictos que atraviesan los rangers son bastante banales e intrascendentes, por lo que el interés se va diluyendo progresivamente. Pero más aún: el letargo interminable de la presentación genera la paradoja de estar en presencia de una película de acción sin acción, como si se tratara de un tanque de artillería pesada pero con la pólvora mojada.

Las únicas secuencias de batalla se dan en el final del metraje, y tampoco consiguen ser momentos memorables. Lo mejor del filme se da con las intervenciones de Billy (el ranger azul), alguna aparición esporádica de Rita Repulsa (buena interpretación de Elizabeth Banks) y la explicación coherente del surgimiento de los Power Rangers. Por otro lado, la factura técnica, en general, es más que correcta.

La principal diferencia con la serie de los noventa es que esta nueva entrega se toma a sí mismo muy en serio. En efecto, si bien abundan los momentos humorísticos, la película dirigida por Dean Israelite trabaja en el terreno de la épica de acción de superhéores. La vieja, por su parte, se permitía jugar con elementos más bizarros. ¡Quién no recuerda los trajes de tela de todo por dos pesos, las peleas a puro chispazo, los efectos especiales berretas y tantas cosas más! Los Power Rangers versión 2017 tienen trajes futuristas (mezcla entre Iron Man y Tron), secuencias de batalla más verosímiles y una producción mucho más acabada en todo sentido. Todo esto, que por un lado significa una mejora, por el otro va en desmedro de la esencia de los viejos Power Rangers.

En definitiva estamos en presencia de un relanzamiento bastante desparejo, sobre todo porque no logra una progresión armónica en la concatenación de los diferentes elementos de la historia. Como entretenimiento liviano se la puede considerar relativamente aceptable. En lo personal, creo que se transformó una película que podría haber sido de culto, en una más del montón. Ojo…no mala, pero sí del montón. Homogénea, perezosa, amorfa, como muchos otros blockbusters de la industria.