Hay equipo
Si bien ya fue llevada a la pantalla grande con anterioridad, es tal vez Power Rangers (2017) el mejor acercamiento al universo creado por la productora Saban, que a su vez adaptaba, en parte, Super Sentai Series, un programa japonés de televisión que durante 23 temporadas generó fanáticos en todo el mundo.
En la épica de un grupo de jóvenes, que en determinado momento de sus vidas reciben la consigna de transformarse en héroes para luchar contra las amenazas que el villano de turno Zordon y sus secuaces día a día imponían, había también un recupero de cierto espíritu de clásicas series como Mazinger Z o Robotech. En el programa de televisión los jóvenes aceptaban las misiones y sumaban cada uno su impronta, al diferenciarse del resto no sólo por tener un traje de color diferente, distinciones de sexo, o de temperamentos, sino también por su etnia, porque si hay algo que intentó hacer la serie desde el primer momento, fue construir un universo multirracial, para poder fortalecer también, de alguna manera, su sentido de comunidad para enfrentar al mal y protegerlo de posibles y futuras amenazas. Ese mundo ideal, siempre fue reflejado también con una impronta relacionada a la familia, el estudio, el trabajo con valores positivos, en el que siempre los Power Rangers tuvieron una vida tranquila y en la que las misiones se agregaban como parte de ellas, pero no cómo único objetivo.
La película dirigida por Dean Israelite intenta recuperar atmósferas y el espíritu lúdico de la serie, pero aggiorna la historia presentándola como la reunión de un grupo de inadaptados que terminan por salvar al mundo de su pronto exterminio. Ya desde una escena inicial, la multiplicidad de referencias que se harán a la cultura popular se acentúa, porque arranca con un encuentro en el que el grupo es presentado como una suerte de El club de los cinco (The Breakfast Club, 1985), -así se introduce al grupo como una serie de “inadaptados”-, que en esa clase de detención comenzan a relacionarse sin saber que luego serán los indicados para proteger al mundo.
Israelite logra una primera etapa con gran despliegue visual, en la que principalmente se va desandando el camino de los jóvenes, y en ver cómo consiguen cada uno las gemas de colores que les permitirán luego hacer “morfosis”. El rebelde, el nerd, la aguerrida, el outsider, la que reniega de su identidad, y más, para luego completar el inicio de sus aventuras como equipo, con la lucha que deben realizar para aceptar los poderes y luego enfrentar los combates.
La clave de la serie era su inverosímil, aquel que con zooms, escenas en cinematográfico, destrucción de ciudades hechas en maqueta y otros aditamentos, hacía el delirio de la audiencia, y acá pasa algo también con esos recursos, pero potenciado por la tecnología y avances, sumando increíbles efectos visuales, muy por encima de trama y actuaciones.
Power Rangers busca transformarse en una adaptación que respeta la fuente sobre la que se inspira, y logra pasar la prueba sumando además cameos del grupo original y una banda sonora ecléctica que dinamiza aún más la clásica y lineal narración.