El Mundo ajeno y propio.
Este filme de Lee Daniels, realizador anteriormente de la controvertida y también dura "El hombre del bosque", muestra en primera persona las vivencias de Clarice Preciosa Jones, a quienes todos llaman "Preciosa", de 16 años, que carga con sus 150 kilos, es fea en extremo, casi analfabeta y es madre de dos hijos que le hizo en reiteradas violaciones su propio padre, quien bien previsto por el guión nunca se lo ve, salvo en un par de escenas donde su rostro nunca es mostrado. Agreguemos por el mismo precio que "Preciosa" vive atendiendo a su madre, quien la trata como esclava, la maltrata y golpea, y que la primera hija nació con sindrome de down y es apodada significativamente como "Mongui".
Del otro lado de la balanza está la cierta perseverancia de la protagonista en continuar educándose, aprendiendo, intentar relacionarse con el mundo, para que este no le sea tan ajeno y abominable. Su vida joven pero eslabonada de sinsabores no hace perder la calma a esta genuina piloto de tormentas cotidianas, a quien su madre todo el tiempo recordará que "debía haberla abortado", y que solo su vida vale para que ella pueda vivir mirando TV, sentada en su casa a oscuras, y cobrando el cheque de la seguridad social. Puf..lo que se dice mucho.
Sin embargo en medio de tanto eje doloroso, habrá una maestra que la ayudará, le dará su cariño y compresión (a cargo de la bellísima, y buenisima actriz: Paula Patton), lo cual no le hará bajar los brazos a esta aprendiz de sueños, que oníricamente se vé arreglada, vestida elegante y conquistando a todos como una "star" en algunos flashes que pasan por su imaginación. Hay una escena memorable de ella frente al espejo, donde el reflejo es el de una chica de su edad pero bonita, rubia y flaca.
Si bien alguna crítica le dió "palos", citando que es un filme lleno de golpes bajos al espectador, o demasiado efectista, hay que destacar que el filme es honesto y allí radica su valor, ni que decir de las actuaciones que brinda: sencillamante notables, la debutante Gabourey Sidibe está perfecta en su rol, pero la madre que encarna Mo´Nique, y que acaba de ganar su Oscar por ello es demoledora y de una fuerza suprema en su parte del monólogo explicando todo su proceder a la asistente social (otra increíble: nada menos que la sexy cantante Mariah Carey, aquí sobria en extremo e irreconocible como morocha), la maestra de Paula Patton es también de una marcado trabajo a destacar a pleno, y hay otros secundarios que surgen aceptablemente como el del enfermero carismático que interpreta Lenny Kravitz.
Si bien la peli tienen sus reservas para admitir sus espectadores, -abstenerse consumidores de boludeces o comedietas fáciles- requiere una lectura profunda de una realidad que no solo puede tener sitio en Harlem sino en cualquier barrio alejado del centro en ciudades como Rosario, Buenos Aires o Córdoba. La dureza de lo ajeno y propio a la vez de nuestra sociedad cabe en nosotros.