Hay un loquito suelto en la casa
Es una película que ya vimos mil veces, pero con un psicópata que no asusta.
Naomi Watts es una actriz versátil, difícilmente encasillable, pero desde La llamada hasta hoy, pasando por El camino de los sueños de David Lynch, se convirtió en una de las mejores scream queens de la actualidad. Por eso, su protagónico en Presencia siniestra era toda una promesa de terror de buena calidad. Una promesa incumplida, porque aquí no hay guión ni villano que respalden a la siempre cumplidora rubia australiana.
Watts es Mary, una psicóloga de niños y adolescentes que atiende en una casona en medio de un bosque, donde además convive con Stephen (Charlie Heaton, famoso por su Jonathan Byers de Stranger Things), su hijastro. El detalle es que el muchacho está ido y cuadripléjico a consecuencia del accidente automovilístico en el que murió su padre. Mary tiene que cargar sola con el cuidado de Stephen, y además vive aquejada por pesadillas sumamente realistas. Para peor, se viene una tormenta de nieve que los dejará aislados durante un tiempo.
Todo está servido para una disfrutable sesión de terror psicológico, con dilema moral incluido: ¿hasta qué punto es soportable la carga de un familiar discapacitado? Pero además de abusar del recurso de “era un sueño” y de los sobresaltos estilo “era el gato”, la película toma un camino perjudicial con la aparición de un psicópata grotesco. Que no da miedo y, además, explica los motivos de su accionar patológico con largas parrafadas.
Consejo: para asustarse con personajes atrapados dentro de una casa con un maníaco al acecho, véase otro estreno de 2016, No respires, que sí le da una vuelta al asunto.