Terrible desperdicio de intérpretes, tremendo gasto de energía para construir un thriller psicológico con elementos paranormales que se transforma, vaya uno a saber por qué, en una serie de perezosos golpes de efecto que no terminan de conformar una historia. Aún cuando Watts hace lo imposible por otorgarle credibilidad a la pesadilla en la que se ve envuelta, el realizador no confía en sus criaturas sino en el cliché probado. No porque sea pertinente, sino porque no entiende su historia.