Presencia siniestra es -en principio- una gran estafa porque toda su campaña promocional te hace pensar que se trata de una película de terror (o al menos terror psicológico) cuando en realidad se trata de un mal thriller.
Su único peso es el nombre de su actriz protagónica y hoy en día Naomi Watts ya no es quien era a nivel prestigio y taquilla.
Está llena de lugares comunes y ni las buenas interpretaciones de Charlie Heaton (Stranger Things) y la joven promesa Jacob Tremblay la salvan de los falsos climas.
El director Farren Blackburn, que trabaja mayormente en televisión y que esta es su segunda película no logra generar ningún tipo de buen clima y la tensión es muy escasa cuando tendría que ser todo lo contrario.
Además hay ciertas secuencias muy previsibles y de manual, por dar un ejemplo sin spoilear: es muy fácil darse cuáles personajes sobreviven y cuáles no.
En resumen es más de lo mismo pero de lo malo.