El tópico del "falso culpable" es retomado en Presidente bajo fuego, el tercer eslabón de la saga protagonizada por el escocés Gerard Butler e iniciada con Ataque a la Casa Blanca -2013-yLondres bajo fuego -2016-.
El agente Mike Banning -Butler- del Servicio Secreto del Presidente de los Estados Unidos, se convierte en el principal sospechoso de un ataque perpetrado con drones contra el Primer Mandatario durante un tranquilo día de pesca. Banning es el único sobreviviente de la masacre y despierta las sospechas de su entorno, pero sigue firme para defender al Presidente Trumbull -Morgan Freeman y en las dos películas anteriores Aaron Eckhart- y se transforma en el chivo expiatorio de una posible guerra contra Rusia.
Ese es el planteo de este filme de acción que remite a títulos de los años ochenta -el héroe contra todo aquel que haga peligrar la seguridad de la Nación- y en el que Banning aparece más cansado y con migrañas constantes que lo afectan mientras analiza un posible ascenso en su carrera.
Presidente bajo fuego tiene acción, persecuciones, escapes, tiroteos y también traiciones personales. A diferencia de los anteriores, el filme presenta más humor con la inclusión de Clay -Nick Nolte-, el padre de Banning, un forajido que vive recluído en las montañas y está listo para la acción en este relato que también trae a una agente del FBI -Jada Pinkett Smith- que sigue a Banning de cerca para encerrarlo. Por supuesto, hay un villano de turno cuya identidad se adivina antes de lo indicado junto a un grupo de inescrupulosos secuaces.
El acento está colocado en el vértigo visual, en los escapes y en el esperado enfrentamiento final, todo dispuesto para pleno lucimiento de Butler.
La película balancea el drama familiar y la acción y logra sus mejores momentos durante la primera hora, tornándose luego más convencional, con una lograda secuencia ambientada en un hospital que alcanza para que la propuesta cumpla su cometido. Y, claro, hay una escena agregada durante los créditos finales.