Tercera entrega de la saga iniciada en 2013, "Presidente bajo fuego", de Ric Roman Waugh tiene en su protagonista y en la capacidad de no tomarse en serio sus mejores ingredientes; aunque su duración hace peligrar el resultado. No es ninguna novedad que a Hollywood le gusta regodearse con el patriotismo como el chancho que se revuelca en el estiércol.
En donde pueden cuelan una bandera, utilizan el himno como leit motiv, nos nombran a sus próceres, las bondades de su territorio, y crean personajes capaces de dar la vida por su país en contraste con otros pérfidos que sólo tienen como propósito hacerles daño. El cine de acción hizo escuela en esto, más aún durante la segunda mitad de los ’70, los ’80, y buena parte de los ’90 en el auge del directo a video y las producciones estilo Clase B.
El héroe de acción patriótico, en la guerra de Vietnam, contra la URSS, o cualquier otra amenaza extranjera hizo escuela. Desde una visión externa esta bajada de línea puede resultar bastante molesta.
Pero algunas le encontraron la vuelta, hacerlo exageradamente, exacerbarlo, remarcarlo búrdamente, el código mágico para todo en el estilo Clase B. Poner en boca de los personajes y en las secuencias de imágenes algo tan obvio e inverosímil patrioteril que termina causando un cierto humor por la imposibilidad de tomárselo en serio, cerrar el círculo con la autoconsciencia de estar haciendo algo ridículo pero divertido; y de diversión se trata el cine para pochoclos.
La que a esta altura podría llamarse saga “Fallen” o “Has Fallen” (Olympus, London, y ahora Angel) es un ejemplo perfecto de esto, recuperando sin remarcar un estilo de película de acción directo a video de los ’90 con algo más de presupuesto.
Anoten los ingredientes: protagonista ciudadano ideal, con familia perfecta, carisma, traje, sonrisa, un sentido absoluto del deber, y la obligación de salvar a su país; villanos que no aprenden más que no hay que intentar derribar al país de las barras y estrellas rojas, blancas y azules. Las (hasta ahora) tres conforman un ejemplo ideal, además, porque tenemos los dos extremos.
La primera entrega en 2013, "Ataque a la Casa Blanca" ("Olympus has fallen") choca al tomarse su premisa de un atentado norcoreano en el palacio ejecutivo demasiado en serio, lo cual la hace entre aburrida e irritante. Para su segunda entrega, "Londres bajo fuego" ("London has fallen") las reglas cambiaron completamente y la historia de un atentado durante una cumbre de presidentes líderes es abordada con tanta liviandad, y gracia patrioteril deliberada que la hacen una película de acción deliciosa para no tomársela en serio.
Tres años después de aquella, la acción regresa en "Presidente bajo fuego" ("Angel has fallen"), la cual le agrega algún ingrediente más a la fórmula, y si bien no es tan efectiva como la primera secuela, se acerca mucho más a esta que a la original.
A lo que ya mencionamos, súmenle que el héroe, ahora es héroe maduro con (más) ganas de retirarse, y que la amenaza esta vez tiene algún condimento interno, lo cual permite una mínima crítica, tal cual sucedía en la también afortunada "La roca".
El otrora jefe de gabinete Trumbull (Morgan Freeman) finalmente llegó a la presidencia (adiós Aaron Eckhart, te vamos a extrañar, diste lo mejor de vos en Londres), y Mike Banning (Gerard Butler) sigue siendo el guardaespaldas principal del presidente. Mike ya entró en la categoría maduro, lo cual se remarca más porque su esposa Leah se debe haber hecho una exitosa cirugía plástica y cambió su rostro de Radha Mitchell a una Piper Perabo que, si bien no es mucho más joven, en cuanto a personaje, se notan las intenciones de hacerla ver rejuvenecida con bebé incluido.
Mike quiere retirarse, aunque no se anima a expresárselo a Trumbull después de todas las experiencias vividas. Sólo lo comparte con su amigo y colega Wade (Danny Huston) que aspira a un rol de jefatura.
Durante un tranquilo día de pesca presidencial, algo sucede, un masivo ataque de drones con misiles aniquila a toda la guardia y comitiva, y apenas Banning logra salvar su pellejo y el de Trumbull que será internado en estado delicado.
Inmediatamente, Banning pasa a ser sospechado de atentado. Obviamente, nosotros sabemos que él no fue; por lo cual, su única salida será emprender fuga con doble persecución, la de los agentes de gobierno que lo quieren apresar; y la de los terrorista que buscaron inculparlo, pero la idea era matarlo a él también, por lo que deben limpiar el cabo suelto. Hay un dato que no es menor.
"Presidente bajo fuego dura 121 minutos", algo demasiado para una película de acción directa como esta; y su duración llega, en parte, a hacer mella en el total. Su primer tramo si bien no aburre, es algo lento, y pareciera, como la primera, tomarse en serio, presenta a los personajes y sus conflictos y relaciones. Quizás, en busca de que esta vez también empaticemos algo con los villanos.
En los últimos cuarenta minutos, o la última hora, el asunto toma forma y fuerza, interviene otro personaje (que aunque ya está adelantando hasta en el trailer, afiches, y sinopsis oficiales, acá no lo diremos) y ahí sí "Presidente bajo fuego" se convierte en la película que tenía que ser, pura diversión exagerada.
Las explosiones y balas se contabilizan tanto como las frases inverosímiles, pero ambos tópicos son deliberados; por lo tanto es el viejo y conocido “no nos reímos de, sino con”. Gerard Butler está en su mejor forma y no quiere parecer más joven de lo que es (aunque lo de su esposa rejuvenecida es innecesario en los tiempos que corren), desborda de encanto, sudor y carisma.
Morgan Freeman es excelente en estos papeles, actúa de modo serio las frases más ocurrentes, lo cual hace que sea aún más divertido. El villano principal tiene un poco más de presencia que los anteriores y convence no siendo sólo un malo per se; y ese otro personaje que no revelaremos, interpretado por un actor ícono, hace un aporte bastante gracioso.
Ric Roman Waugh, que tiene en su haber una no muy conocida película de Dwayne Johnson, "Snitch", cumple otorgando buen ritmo y equilibrando el presupuesto abultado con el tono relajado. "Presidente bajo fuego" es de esas películas para dejar el cerebro en la puerta de la sala y remplazarlo por el balde de pochoclo. No resiste ningún análisis, pero tampoco está en sus planes que lo hagamos, es solo diversión incongruente.