Humanos vs. Vampíros, round quince mil.
En el futuro, la sociedad será dominada por la iglesia luego de una batalla que enfrentara a los humanos y a los vampíros por última vez. En esa guerra, los Sacerdotes (Priests, en inglés) fueron claves para la victoria humana. Entrenados intensamente, estos guerreros con la cara tatuada se convirtieron en el arma secreta que necesitabamos para borrar del mapa a los chupasangres.
A partír de allí, las criaturas sobrevivientes fueron encerradas en algo similar a un campo de concentración, mientras que el hombre se refugió detrás de los muros en una ciudad completamente dominada por el clero a un estilo muy Orwelliano. Y, para colmo de males, los Sacerdotes se convirtieron en parias, ya que la iglesia determinó que no los necesitaba más. Ahora, evitados en la calle, condenados a los trabajos más humillantes, estos guerreros viven en la oscuridad… casi como los vampíros.
Uno de estos Sacerdotes (Paul Bettany) no solo vive apartado, sino que se encuentra en un estado de depresión permanente. Aún sueña con su amigo Sacerdote (Karl Urban) que murió por su culpa en una misión casi suicida dentro de una colmena de vampíros. Pero este hombre no murió, sino que se convirtió en el lider de una revuelta de criaturas que buscan volver a dominar el planeta. Y, para empezar, secuestran a Lucy, la sobrina del Sacerdote (Lily Collins), lo cual lo obliga a romper el juramento de no volver a tomar las armas. Ahora, él y el Sheriff del pueblo de Lucy (Cam Gigandet), que tiene un interés romántico en la chica, deberán enfrentarse a estos seres para rescatar a la chica sana y salva.
Pero eso no es todo, no señor, ya que como el Sacerdote rompió las reglas de la iglesia, el Cardenal enviará a más sacerdotes para detenerlos. Entre ellos está una mortal Sacerdotisa (Maggie Q) que, en lugar de combatirlo, se alineará a su misión, conformando un trío listo para pelear con cuanto chupasangres se les cruce.
Priest: El Vengador (Priest, 2011) no es una mala película. Con eso quiero decir, claro, que tampoco es buena, y eso se debe a que, por ejemplo, los personajes nunca terminan de conquistar al espectador. Entre la apatía de los Sacerdotes, pasando por la intrascendencia del sheriff… lo único que nos queda es el villano. Y si, el villano no está mal, Urban es lo más interesante de la película, pero no por eso es un personaje que va a quedar en la historia.
En lo argumental, Priest intenta dominar muchos géneros, lo cual hace que no termine de definirse por ninguno. Intenta asustar, pero se torna predecible; intenta ser una película de acción, pero las escenas de combate son bastante malas; intenta ser una película pos apocalíptica, y tal vez por ahí vaya más el camino que deberían haber tomado, porque esta distopía de la Iglesia como jefe de estado nos da una linda metáfora de cómo hubiera sido el mundo si El Renacimiento no se vencía. Y si nos invadían hordas de vampíros, claro.
Para resumir: Priest no aburre. Apenas dura poco menos de una hora y media y está bien utilizada. Si bien los efectos especiales y las peleas no están bien realizadas, en general la película no deja un mal sabor de boca. Pero, la verdad, tampoco bueno. Esta entrega planea ser la primera de una nueva saga en el cine. Hay que ver si los números la ayudan y si, en el caso de que haya una próxima, se la juegan un poco más con esos detalles que dejaron olvidados en esta carta de presentación.