Nuestro comentraio de "Priest, el vengador". Regular.
La religión cristiana es invencible, y en el cine pasa por un momento de esplendor. Hay para todos los gustos. Para cristianos compasivos está la extraordinaria Dioses y hombres , para los heterodoxos El árbol de la ?vida , para los contemplativos El gran silencio y para los conservadores Encontrarás dragones . Si uno tiene gustos góticos y el paganismo trash característico de la cultura metálica le sienta bien, Priest. El vengador es la película que puede elegir.
En un tiempo impreciso, ?la humanidad vive protegida por un clero cristiano genérico: pastores y policías del alma. En esta teocracia apocalíptica que funciona en una metrópolis sin nombre, el mantra callejero y omnipresente es preciso: quien desobedece a Dios lo ofende. La cara de Dios se asemeja a la de un monseñor (Christopher Plummer), y para confesarse con ?este Gran Hermano celestial hay un confesionario electrónico: uno chatea con su confesor, que parece más un contestador automático que un alma virtuosa dispuesta a aliviar las tribulaciones de un mortal sumido en las tinieblas.
En una introducción animada, Scott Charles Stewart, un director proclive a la ciencia ficción apocalíptica y religiosa ( Legión ), explica un ?enfrentamiento mítico entre vampiros y hombres. Hubo una guerra, y en esta batalla entre especies surgieron unos curas con poderes extraordinarios, capaces de vencer a los compatriotas de Drácula. Después de la victoria humana, los curas perdieron su investidura y fueron olvidados. La paz reinó desde entonces.
Pero un cura (Paul Bettany) cree que los vampiros han regresado, lo que contradice la historia oficial y el control del clero, pues su sobrina, aparentemente, ha sido secuestrada por los míticos enemigos, liderados por un nuevo tipo de vampiro. Naturalmente, el cura será un disidente e irá en búsqueda de la hija de su hermano. Habrá sorpresas.
Desprovista de humor, y estoica y unidimensional como su protagonista, Priest. El vengador es un pastiche mecánico en donde Más amor que odio se cruza con 1984 , Ciudad en tinieblas y varios otros títulos que protegen a este filme de su condena eterna. La presencia de Brad Dourif en un papel secundario y algunos pasajes en un desierto de sal contrarrestan ligeramente este despropósito destinado a un supuesto público adolescente. La fe es infinita y mueve montañas.