Un mundo ideal.
Primavera, de Santiago Giralt (Antes del Estreno, Toda la Gente Sola), se presenta como una película coral, con la familia Mutti Spinetta como protagonista y acompañada por un vasto y diverso elenco, el cual pareciera funcionar como una tribu, tanto dentro como fuera de pantalla.
La historia comienza justamente en la época primaveral y concluye en Navidad, y está relatada desde el punto de vista de Ángelo, un niño poeta de once años, cuyos padres están amistosamente separados. Su madre, embarazada de otro hombre e insegura de la paternidad de la criatura, coquetea con su ex cuñado. El padre, ya declarado homosexual, recibe la propuesta de casamiento de su novio. El niño es interpretado por Ángelo Mutti Spinetta y sus padres en la vida real, Catarina Spinetta y Nahuel Mutti, hacen lo propio en la ficción.
Los integrantes de la pareja, que encuentran en su separación la mejor convivencia posible, también trabajan juntos: él es director de teatro y ella produce sus obras, tanto es así que no solo se está gestando una vida por venir, sino también una obra por estrenar.
Estamos ante un universo almodovariano, no sólo en cuanto a las características y el tratamiento de los personajes, sino también en lo que respecta al impecable trabajo de dirección de arte desde la escenografía y el vestuario, destacando siempre lo colorido y lo excéntrico.
El niño protagonista, quien lleva adelante la historia, podría presentarse como el personaje más maduro dentro de esta “aldea”, como él llama a su familia, donde nació y donde se crió, rodeado de artistas, de gente sin prejuicios, donde el mensaje más fuerte tal vez sea que el amor puede unir y que posiblemente desde las diferencias es de donde más se pueda aprender.
Como en un cuento mágico, es muy acertada la decisión de plantear el relato desde la voz de Ángelo: este mundo que construye el director se siente como una utopía; pero en cada línea argumental, en cada diálogo y en cada resolución de conflicto se aprecia el trabajo por dejar un mensaje de esperanza y de poder dar testimonio de la aceptación de las diversidades, sean de género, de ideas o de intereses.
Si bien hablamos de un film con muchos personajes, el director sabe darle lugar a cada uno, es así como cada historia -por menor que sea- construye y aporta a lo que se cuenta. Cada actor se luce brillante en su rol, desde una Moria Casán muy Moria, encajando perfecto, hasta María Marull como la profesora de poesía del protagonista, en un personaje realmente entrañable.
Giralt es un director fresco y se destaca el trabajo de cámara que plantea en diversas tomas secuencia, donde queda expuesto lo bien que maneja los tiempos actorales y la naturalidad que prioriza en cada cuadro; la escena de la fiesta de disfraces ejemplifica este concepto y nos recuerda de alguna manera a ciertas partes de la obra de Shakespeare Sueño de una Noche de Verano.
Primavera transita por temas profundos como los vínculos, la familia, sus nuevas variantes y la búsqueda del amor en todas sus formas, pero también es una excelente comedia. Lejos de los estereotipos clásicos y del chiste fácil, no busca complacer al espectador con lo que sabe que funciona, sino que logra justamente -y sin intencionalidad alguna- destacarse por ser diferente, genuina y original.