A José (Nahuel Mutti) se le ocurrió organizar su casamiento, luego de la propuesta por parte de su novio (Esteban Meloni) en el medio de los preparativos del lanzamiento de su última obra teatral, que para colmo de males, cuenta con el protagónico de una diva del cine (Luisa Kuliok) un tanto intolerante.
Además de lidiar con todo eso, su particular situación familiar, aun convive con hijo (Angelo Mutti Spinetta) y ex mujer (Catarina Spinetta) y lidia con la invasión de su hermano (Chino Darin) y un grupo variopinto de personajes que no hacen otra cosa que complicarle mas todo y entrelazarse entre sí configurando un grupo singular y a la vez universal.
"Primavera" (Argentina, 2016) de Santiago Giralt ("Anagramas", "Antes del estreno") es una fresca propuesta que habla de nuevas identidades y vínculos a partir de la construcción de familias que entienden el amor y la amistad mas allá de rótulos, etiquetas y estereotipos, y que pueden disfrutar plenamente de sí mismos.
Giralt una vez más vuelve a trabajar con temas ya trabajados en sus películas anteriores, pero en esta oportunidad, les ofrece una vuelta de tuerca al concentrarse mucho más en el complejo de relaciones y postas entre los personajes.
“Primavera” le debe mucho al timming que le impregna su dinamismo, y que termina dotando al filme de cierta similitud con filmes clásicos de la comedia americana y francesa en la que prima mas eso que otro aspecto, en donde puertas se abren y se cierran y un personaje interactúa casi sin quererlo con otro.
Cada intérprete es una pieza esencial para la continuidad del otro y el equívoco y la confusión pasarán a ser parte del mecanismo narrativo irreductible para ese entonces.
Mientras la acción avanza en los conflictos de los adultos (trabajo, dinero, paternidad, maternidad, etc.) la mirada que Giralt le otorga a Leopoldo (Mutti Spinetta), brinda, además cierta frescura al relato y a la dinámica positiva del filme.
"Primavera" es una comedia coral inteligente que supera algunas falencias de producción por el oficio con el que Giralt y los actores se brindan, a los que los coloca en una serie de situaciones descontracturadas plagadas de un registro inverosímil que potencia lo ridículo y exagerado de algunos planteos.
La fluidez de las imágenes, gracias a la utilización del plano secuencia, además, ofrece dinamismo al relato, el que avanza a fuerza de humor pero sin el gag al que el cine más comercial nos tiene acostumbrados.
Giralt se consolida con una propuesta novedosa y diferente, que respeta al espectador porque tiene en claro el producto que quiere presentar, logrando un filme empático y comprometido con aquello que narra.
Además, en las posibilidades narrativas que bucea, repasa desde el cine algunos puntos relacionados con la producción artística y cultural, como hecho en sí y que multiplica la significación total de “Primavera” como obra.