Seguimos incondicionalmente a Santiago Giralt, nos gusta su desenfado y su sentido del humor agitado, pero simpático, por eso nos dispusimos con mucha energía ir a la privada dePrimavera, su nueva película.Upa 1 y 2, Anagramas, sus anteriores metrajes, nos gustaron mucho y el clima festivo, gracioso, nos llevó a madrugar para hacerle el aguante al director argentino en su última experiencia cinematográfica. Los créditos iniciales de Primaveranos trasmitió alegría: manteles colorinches repletos de comida – el inicio es muy almodovoriano- una musiquita popera y la interrupción de la voz de un niño, Angelo Spinetta revelación absoluta, quien se convierte en la voz en off responsable de contar las peripecias de su familia – absolutamente disfuncional – a lo largo del mes de septiembre.
Leopoldo es el único hijo de una pareja de artistas que ya no están juntos pero que mantienen una amistad de “amigas”. Leopoldo, el niño, quien parecería ser el único racional, describe a su familia moderna: Papá (Nahuel Mutti) decidió salir del closet y mamá (Catarina Spinetta) filirtea con su pareja, un excéntrico músico interpretado por Mike Amigorena, pero también le quiere “entrar” al hermano de su ex marido (muy bien el Chino Darín). Dentro de la ensalada familiar están el novio de su padre, los amigos de sus padres y hasta una muchachita que le saca el sueño al adolescente. Primavera, película coral, absolutamente kitsch, empieza con todos los platillos: gritos, histerias, chistes resultones acerca del amor y de los conflictos de familia. La primera secuencia, que se va a repetir incansablemente a lo largo de la película, muestra a una familia colorida pasar un día de campo en la casa de una señora adinerada, esa “señora” no es otra que la gran Moría Casan.
La incorporación en el elenco de celebrities como La Casan y la gran Luisa Kuliok, funciona como un elemento interesante dentro de esta comedia absurda, pero falla en la repetición constante de muletillas propias de las actrices. “Desdramaticemos” repite Moria a lo largo de todos los parlamentos, haciendo que el chiste inicial se convierta en fastidio promediando la película. La ostentosidad de la película – la escena del teatro símil Birdman de Iñarritú es demasiado pretenciosa- sumado a la compulsión de Giralt por mostrar una y otra vez los mismos conflictos, convierten a Primavera en una película un tanto tediosa. Hay buenos chistes, y las actuaciones – la exageración es parte del contrato de lectura- son buenas, los colores son hermosos – Giralt filma bien- pero eso no logra superar la monotonía de algunos parlamento. Con una línea final acorde a la lógica camp, Primavera es una película divertida pero se queda a mitad de camino.