Siempre se dijo que comenzar el primer grado de la escuela primaria era un paso difícil que tenían que dar los chicos para entrar en el mundo de las responsabilidades, y que no todos se adaptaban del mismo modo.
Pero en este documental dirigido por Mariana Lifschitz, los momentos más difíciles lo transitan las madres y no los alumnos, porque las dudas y miedos de escolarizar a sus hijos lo sobrellevan ellas, no por temor a que les sea complejo y duro el cambio abrupto que deben enfrentar los chicos, sino el hecho de buscar un buen establecimiento educativo, añorando la escuela pública a la que fueron ellas en su época y discuten lo que es actualmente.
Con ese motivo a la realizadora se le ocurrió plantear este dilema existencial de una forma poco convencional. Filmar una película junto a dos amigas que pasan por la misma situación, con la particularidad de que una vive en una provincia francesa y la otra en la capital de Finlandia.
La realización abarca varios meses, contándose sus vivencias a través de Skype. Las reflexiones y sensaciones que analizan las tres madres durante las charlas actúan como una suerte de terapia de grupo a la distancia. A su modo, se apoyan y consuelan mutuamente. Los maridos prácticamente no participan, por ende el peso del relato lo sostienen ellas.
Cuestionan principalmente la calidad educativa. Comparan el contenido y la forma de enseñanza en los tres países. También entrevistan a maestros y directores para tener otro punto de vista, y establecer donde se encuentran similitudes y diferencias en el método de enseñanza.
La película tiene un tratamiento tradicional. Logra momentos de calidez y leve emoción para intentar dilucidar una realidad opuesta a la que vivieron sus padres, cuando ellas empezaron la primaria, porque la escuela pública era muy buena y no había diferencias de calidad. Ahora es necesario elegir y tener suerte con el colegio seleccionado, antes se iba al lugar más cercano a la casa y generalmente, no había problemas.
Las amigas se contienen y apuestan a que las decisiones que tomaron sean las correctas. Hacen catarsis sin juntarse a compartir un mate o un té, sino que se adaptaron a los tiempos modernos, y se ven, vía internet.