Este film argentino, dirigido por Darío Mascambroni, cuenta la historia de un padre recientemente divorciado y su hijo que van a su casa de veraneo por última vez antes de venderla. De esta manera, la película abordará, a lo largo de un poco más de una hora de duración, la relación entre este padre e hijo y cómo sobrellevan la situación que les toca vivir.
“Primero enero” es de esas pequeñas películas que emocionan. Que si bien no explora de una manera muy pronunciada el conflicto de la historia (el motivo por el cual padre e hijo se encuentran en dicho lugar), la interacción entre ambos personajes es muy linda de ver.
Casualmente estos personajes son padre e hijo (Jorge y Valentino Rossi) en la vida real también y es por eso que la química que tienen traspasa la pantalla. La relación es muy genuina, real, y la cual, como en todos los casos, tiene sus matices. Si bien se llevan bien y comparten las tradiciones familiares y masculinas en las sierras cordobesas, también se observa que hay ciertos roces propios de la edad, el crecimiento y la situación que está viviendo el pequeño.
Y probablemente esta relación y la química entre los protagonistas (destacándose la actuación y frescura de Valentino) sea el punto más alto del film que, como dijimos anteriormente, carece de una profundización en su conflicto. Las escenas se suceden a raíz de una lista de actividades que tienen para hacer, pero no es que se termina resolviendo ninguna situación.
Podemos definir a “Primero enero” como una linda película que retrata de una manera muy fiel la relación entre padre e hijo que están viviendo una situación familiar complicada y que puede llegar a emocionar al público, pero que, a su vez, se le da más importancia a este tema que al conflicto planteado y es por eso que termina careciendo de profundización.
Puntaje: 3/5