Tinta roja
Uno de los puntos más importantes que aborda el filme queda relegado a partir de las imágenes truculentas, violentas, en las que nos sumerge el guionista-director, hablo de la posibilidad que tienen los habitantes, del mundo en general, desde lo económico el acceso simple, sencillo, a la tecnología audiovisual, sin que todavía la humanidad haya podido reglar que es ético y que redunda en lo moral de su uso.
La historia abre presentándonos al personaje principal, Louis Bloom (Jake Gyllenhaal), atrapado por un guardia de seguridad privada de una empresa privada, de manera “in fraganti”, intentando cometer un delito. Su respuesta es “estoy perdido”, sólo eso, casi una respuesta psicótica.
Su actividad es la de robar y vender lo robado a empresas de la competencia de la por él damnificada. Pide trabajo y la respuesta es siempre la misma: “No le damos trabajo a ladrones” ¿Pero sí le compran lo robado? Hasta que descubre el “negocio” de la venta de imágenes de accidentes de auto, muertes violentas, robos, violaciones, apremios ilegales, y toda la gama de actos que el periodismo sensacionalista supo imponer y hoy es moneda corriente.
El salvajismo de los reporteros de las “notas roja” es un valor agregado y al mismo tiempo ambiguo, que consigue, por un lado, salvaguardar a las familias consumidoras de la desgracia de los demás, y por otro, parecería querer prevenir de la ignorancia del mal. La muerte mostrada desde toda su amplitud como una imagen glamorosa, como una membrana abierta para dejar visualizar el horror desde lejos, la carne roja, sangrienta, que nos señala aquello que la esperanza, y la fe cristiana, nos oculta: la violencia instintiva del hombre.
Nuestro no tan héroe es presentado como algo más que un voyeurista de la calamidad oculta en la noche, cuyos inusitados deleites favorecieran el surgimiento de lo morboso instintivo de sus espectadores.
Louis es un hombre igualmente seductor, maquiavélico, sagaz, pero por sobre todas las variables, muy ambicioso. Su fin ultimo es el dinero, hasta que conoce el poder de manipular mínimamente la realidad que lo circunda, registrarla y venderla sin ningún tipo de barrera moral, en la que si esta constituido Joe Loder (Bill Paxton), una suerte de reportero que transita por las calles del “Los Ángeles” nocturno y lo “aviva” del negocio, un acólito del dólar. Sin dar cuenta de a quién le entrega información para luego terminar siendo, sin desearlo, competencia de Louis.
Probablemente el mejor aspecto del personaje, cuyo titulo original hace referencia “Nightcrawler”, algo así como “Trepador de la noche”, en su semblante más intrigante, ese que construye al protagonista en su locución, el vocabulario que utiliza, afectado por sus lecturas sobre “Safe made man”.
El concepto del hombre hecho a sí mismo está profundamente arraigado en el sueño americano, sólo que ahora también de fácil acceso a través de buscar en Internet.
Lou simboliza eso, una generación atravesada “eruditamente” de manera falaz, por la informática.
Podría definirse, y no quedaría muy errado, como un profesor construido por Wikipedia, a partir de la literatura comercial que se encuentra en el ciberespacio, él nunca conversa, el otro no existe, él sentencia.
Gilroy concibe a través Louis una forma de crítica al patrón, al guía, al director moderno, pues el deseo de mirar lo grotesco y lo horrendo aparece inevitablemente no sólo en las imágenes por él captadas, sino en la excitación que éstas producen en Nina (Renee Russo), la directora del informativo de la noche, quien termina por alentarlo a romper todas las barreras sociales, la imagen televisiva con carácter informativo, hecho pornografía desde su acepción de origen.
El filme posee una construcción lineal, progresiva, clásica, sostenido desde un montaje adecuado al relato y un diseño de arte con una dirección de fotografía espectacular, no queda rezagado el sonido en el orden de importancia, como así tampoco las actuaciones de Renee Ruso y Bill Paxton, pero lo que atrapa al espectador es la increíble performance del protagonista, muy cercana al asesino psicópata Anton Chigurth compuesto por Javier Bardem en la producción de los hermanos Coen “Sin lugar para los débiles” (2007), pero Jake aquí le agrega el plus de que nunca sabemos para donde va a ir el impredecible Louis.
Un filme para no dejar pasar.