Desafiando los límites
Por el nombre con el que la titularon en Argentina y demás países hispanoparlantes –sobre todo por el adjetivo “mortal”– uno podría aventurarse y situar a Nightcrawler dentro del llamado cine de acción. Si bien no se puede negar que cuenta con varios elementos típicos de ese género, el film que lo tiene a Jake Gyllenhaal en el doble papel de protagonista y productor, es bastante más que eso.
Las tomas panorámicas con las que abre la película anticipan las coordenadas espacio-temporales donde se desarrollará la trama: una gran ciudad con puentes y edificios inmensos –que luego nos enteraremos corresponden a Los Ángeles- en su faceta nocturna, con luces de todos los colores en contraste con el cielo negro. Con este paisaje a sus espaldas, aparece Louis Bloom por primera vez. No se trata de una aparición estelar sino más bien de una desafortunada: golpea a un guardia de seguridad privada, se roba su reloj y huye. Acto seguido, Bloom, encarnado por un Gyllenhaal extremadamente flaco –rasgo que atenta contra su rostro aniñado pero que, según el propio actor, lo ayudó a componer al personaje– le vende materiales de construcción, posiblemente robados, a un hombre.
Inclusive, le pide trabajo aunque sin éxito. Se trata de una escena significativa, pues de alguna manera contiene lo que vendrá. Y es inevitable no recordarla hacia el final de la película. La historia prosigue con Bloom, joven de lo más extraño, violento y ladrón por un lado, amable, sonriente –hasta el punto de incomodar– y bien predispuesto, por el otro, vagando por la ciudad hasta que en una autopista, en medio de un choque ajeno, tiene una epifanía: se convertirá en reportero-camarógrafo especialista en accidentes y crímenes.
Lo que vemos a partir de ahora y hasta el final no es más que su progreso profesional, cueste lo que cueste, donde el “el fin justifica los medios” bien podría ser el lema de la película. Es en este contexto que se cruza con varios personajes: Nina –interpretada por una de las damas por excelencia de las cintas de acción, Rene Russo– quien en una primera instancia le enseñará los gajes del oficio, Joe Loder, colega experimentado que pasado un tiempo le ofrece trabajar en conjunto y Rick, su ayudante, entre otros.
Primicia mortal, debut como director de Dan Gilroy, es una película que juega con los límites, los bordes difusos: en primer lugar, entre géneros. Además de las escenas de persecución, los tiroteos, la sangre en abundancia y el montaje vertiginoso hay lugar, mucho, para el humor negro así como para el thriller –lejos está de ser una historia lineal y predecible–. También entre la locura y la cordura, la legalidad y la moral, la adrenalina y el peligro letal.
Para resumir, se trata de un film que con un título no muy llamativo, reúne varios condimentos de un modo ingenioso que lo convierten en una buena sorpresa para más de uno.