La noche del cazador.
Primicia Mortal es una película que no evita tomar riesgos, todo lo contrario, fuerza los límites de los géneros y del verosímil de su historia. El comienzo con un compilado observacional de planos nocturnos de la ciudad Los Angeles demuestra la audacia de Dan Gilroy (quien debuta en la dirección), que irá en un in crescendo paulatino. La presentación de Louis, el protagonista (el “nightcrawler” del título original), lo expone como una criatura inescrupulosa plena de la nocturnidad. Halla al costado de una ruta la chance impensada, un billete de lotería que representa algo que muy pocos se animarían a hacer, porque entrecruza los límites de la moral y de las agallas: tomar una cámara y filmar los momentos más morbosos del resultado de un accidente de tránsito, de un tiroteo o cualquier hecho trágico que se muestra todos los días en la TV. Louis se convierte en un cazador de noticias nocturno para vender sus presas a los noticieros matutinos, sedientos de material sangriento y bochornoso.
Primicia Mortal (otra “traducción” local penosa) no se sienta cómodamente a disparar una crítica sobre la moral de los medios de comunicación ni tampoco sobre la que deberían ejercer los hombres. Esta ópera prima es una punción a esos habitantes nocturnos, puesta bajo el microscopio de la dinámica del género, del thriller sin tiempo límite pero sí con la adrenalina del tiempo que se escurre hasta la próxima noche. También es una película sobre el ejercicio de poder: Louis maneja con un mismo patrón discursivo a su joven asistente (al borde de ser un homeless) y a la jefa del noticiero matutino al que le vende los escabrosos videos. Al primero (un gran secundario de Riz Ahmed) le vende la posibilidad de ascender en la ficticia empresa de producciones televisivas, lo que no es más que salir a recolectar la basura de las tragedias nocturnas, y a la segunda (una sofisticada Rene Russo) manipula a partir de la importancia que han cobrado para el canal sus cacerías de noticias.
Jake Gyllenhaal parte de una configuración física notable, que parece la extensión de sus últimos personajes realizados por fuera de Hollywood (los casos de La Sospecha y En la Mira) para representar en ese cuerpo escuálido un anti héroe cargado de cinismo propio del cine de Brian De Palma, que se moviliza en un contexto más propio de la iconografía urbana de Michael Mann. A pesar de estas influencias, la historia adquiere su propia intensidad -especialmente en el último acto- y logra entramar tensión, entretenimiento y una sutil lectura sobre la idea de la “primicia” en tiempos en los cuales la noticia irrumpe sin la necesidad de estos intermediarios que la historia presenta.