Amé Primicia Mortal. Fiel a su título original, Nightcrawler arranca de noche y, con rapidez, nos introduce a su protagonista, Louis Bloom (Jake Gyllenhaal). De movida vemos a Lou afanando partes de una reja de cobre para después revenderlas. Lou necesita desesperadamente un trabajo o algún curro que le dé guita, porque el metro de cobre no cotiza mucho en bolsa. Si bien es buen negociante y no es ningún boludo, Lou tiene varios problemitas y le salta la ficha de toque: En un tono monótono y casi en piloto automático, le recita al mismo tipo al que le está vendiendo el metraje de reja afanada -y también algunas tapas de alcantarilla- que necesita trabajo, que él es un laburante y que, en su opinión, la forma de ganar guita y llegar a “la cima de la montaña” es mediante el trabajo duro: “Mi lema es”, dice Bloom, “si querés ganar la lotería, tenés que hacer el dinero para comprar el billete”. Una escena triste, deprimente, patética, ridícula y tensa. Porque Dan Gilroy, el director de la película, logra oscilar entre un género y otro con elegancia, y el resultado es desconcertante. Nightcrawler es una obra polifónica: es una comedia de humor negro, una sátira, un thriller y un drama. Y, como sucede con la música polifónica -y como lo dice Wikipedia-, distintas personas podrán percibir con mayor o menor claridad los géneros independientes dentro de la película.
Esa misma noche, manejando por alguna autopista de LA, Lou pasa junto a la escena de un accidente de tránsito y se detiene. Detrás de él cae Joe Loder (Bill Paxton), un periodista freelance al que no le va mal, que arranca a grabar la movida del accidente. A Lou, que tiene ojo para el curro, se le prende la lamparita y se le ocurre que de esto se puede hacer platita y, al día siguiente, ya está comprando una cámara berreta y un scanner de radio de policía para salir a grabar accidentes, choreos y desgracias.
El amigo Bloom aprende rápido y, gracias a la relación que entabla con Nina (Rene Russo), directora de las noticias nocturnas de uno de los canales más chotos de la TV local, y a sus conductas sociopáticas, logra construir un próspero negocio. Al toque consigue un asistente llamado Rick (Riz Ahmed), un pobre pibe homeless muy desesperado al que persuade para que trabaje con él por monedas, algo así como un trainee o pasante. Esta figura del trainee, que es mencionada varias veces, sirve también como una especie de crítica a este sistema perverso que se inventa términos cool para puestos de trabajos no remunerados y así exprimirle la naranja a los jóvenes con la promesa de enseñarles un oficio y ahorrarse unos putos mangos. A través de la relación entre Louis y Rick, vamos conociendo un poco más a Lou, este ser noctámbulo y rutinario que habla como si repitiera frases de libros de autoayuda. Gracias a esta confrontación o yuxtaposición de personalidades, empezamos a ver cómo Lou se pone cada vez más border, raro y transgresor. Es como un alien disfrazado de hombre al que “la gente no le cae bien”.
Louis Bloom es un gran personaje. No soy psicóloga ni psiquiatra pero tengo Wikipedia y mi diagnóstico es que el chabón es entre sociópata, medio autista y puede tener un touch de síndrome de Asperger. Lou tiene grandes aspiraciones, es ambicioso y posee la inteligencia, la poca moral y falta de empatía suficientes para poder alcanzarlas. A través de su historia vemos la forma perversa en la que funciona el mundo de las noticias, muy similar al de la prensa amarilla o al de los tabloides. La película nos muestra que un noticiero no es muy distinto a un programa de Rial: nos mantendrán informados siempre que la noticia venda; si no hay platita, no hay noticia. Business is business vió, y lo que vende en la LA actual es, según lo que describe Nina, “crímenes urbanos de gente blanca y de clase media o alta infringidos por pobres o por una minoría”, “una mujer corriendo por la calle con la garganta cortada”.
Es muy importante decir que el cast de Primicia Mortal la rompe.
El director y autor de esta hermosa película, Dan Gilroy, pinta interesante y es para tener en cuenta, ojota. Nightcrawler es su ópera prima, aunque anteriormente escribió el guión de Freejack (1992) y co-escribió el de El Legado Bourne (The Bourne Legacy, 2012) junto con su hermano Tony, director de la antes mencionada. Su otro hermano, John, edita esta película y, ya que estamos, agrego que su padre Frank ganó un premio Pulitzer. IMDB a su servicio.
Por otro lado, es muy importante decir que el cast la rompe: a Jake le sale muy bien esto de hacer de psico. Los kilos que bajó para este rol no sólo le sacan mucho sex appeal –posta que no calienta ni un poco- si no que le resaltan algunos rasgos creepy, unos ojos redondos y saltones y una sonrisa turbia. La no-tan-baqueteada Rene Russo interpreta muy bien a Nina, una mujer cuya belleza y carrera están tan en decadencia como su moral. A Rick (Riz Ahmed) estás entre tirarle una monedita o pegarle una cachetada; posta que a veces se pone denso. Finalmente, la película está fotografiada por el DF de Paul Thomas Anderson, Robert Elswit, ganador de un Oscar por There Will be Blood. La fotografía noir le tira un toque de misterio a la noche de la ciudad californiana y esa luz medio amarillenta-verdosa que se refleja en la piel porosa y sudada de Louis Bloom lo hace ver aún menos humano de lo que parece.
Está bueno resaltar que, si bien no es novedad esto de mostrar a los medios de comunicación como aves de rapiña, poner en evidencia sus métodos perversos y cómo manipulan la información para venderle al público, de vez en cuando es interesante que alguien nos lo recuerde; sobre todo cuando la historia está tan bien guionada, actuada y fotografiada como en este caso. Por otro lado, si bien Lou es un psico motherfucker, un marginado social, un chorro y un inmoral, él es sólo una cadena del eslabón; otros compran su material, lo editan, lo ponen en la tele y, por supuesto, otros lo miran. Y un poquito te puede dejar pensando: ¿Quién es más retorcido, él, los intermediarios o nosotros, el público?