Mientras que Matthew McConaughey sigue dando que hablar gracias a su notable transformación en pantalla como un respetado y galardonado actor, otro que sigue sus pasos es Jake Gyllenhaal. Es cierto que este siempre tuvo un perfil diferente y que no tenía una filmografía en el ámbito de la comedia romántica, no obstante en los últimos años su carrera gozó de un resurgimiento comparable al del primero, con una elección concienzuda de cada proyecto que encara. Prince of Persia: The Sands of Time, un film que no fue bien recibido por la crítica y por el público norteamericano –en la cabeza de Disney iba a ser la nueva Pirates of the Caribbean-, fue el equivalente a tocar fondo para un actor que sabía estaba para más y decidió dar un paso al costado de los papeles que lo tipificaron como el héroe joven bueno para perseguir roles más demandantes. Y Nightcrawler se percibe como esa decisión llevada al límite.
Pocas veces se ha visto a Los Ángeles tan desolada y vacía como la muestra Dan Gilroy en su ópera prima. El guionista de Real Steel o The Bourne Legacy, que le sigue los pasos a su hermano Tony -que también pasó de escribir guiones a filmar-, ofrece un auspicioso primer film en la forma de un thriller que utiliza con sapiencia sus limitados recursos, proponiendo un apasionante vistazo a la vida nocturna de la ciudad y al mundo del freelancismo criminal. Quizás exagerado a la hora de dar cuenta de cómo funciona dicho ambiente, se permite hacer una crítica al periodismo sensacionalista que llega a buen puerto.
Más allá de esto, el fuerte de la película corre por cuenta de Gyllenhaal y de su Lou Bloom, un curioso protagonista para lo que estila el Hollywood actual. Desde el primer momento se lo presenta como un ladrón de poca monta, un oportunista capaz de hacer cualquier cosa para poder sacar un dólar. No es un individuo corriente, dado que se nota cierto desapego emocional y ausencia de moral –que se hacen más evidentes conforme avance en su metraje-, que encuentra la horma de su zapato desde el comienzo en una línea de trabajo que requiere sangre fría y un ojo avezado para captar las peores tragedias posibles. Bloom es un sociópata al que no se le ve una interacción común con otro individuo. Parece no dormir ni cumplir las funciones básicas de cualquier ser humano y toda relación con otro se da a través de un filtro de engaño.
Gyllenhaal adelgazó unos 10 kilos para convertirse en este sujeto y lo interpreta en forma notable. Con algo de lo que su detective Loki tenía en Prisoners, es un hombre desgarbado, encorvado, con ropa algún talle por encima de lo que necesita. Tratándose de un tipo sin ética que comete varios delitos, con un claro trastorno en su personalidad, causa una irremediable empatía con el espectador, a quien no le queda otra posibilidad más que esperar que triunfe. Lou Bloom es un buscavidas producto de la sociedad y el actor le aporta tanto carisma que no asusta ni preocupa, más allá de que se haga cada vez más evidente que es una persona inescrutable que demuestra no tener escrúpulos.
Si bien Riz Ahmed y Bill Pullman aportan mucho con sus papeles, es Rene Russo quien realmente se destaca junto al protagonista. La actriz, que fuera de sus participaciones en las películas de Thor no ha hecho mucho en casi una década, tiene un rol a la medida en este film escrito y dirigido por su marido, quien parecería haber hecho el papel pensando en ella. Es una veterana productora de un noticiero flojo de rating que establece una relación simbiótica con Lou, vínculo que ayuda a cerrar la atención sobre la ética periodística y los extremos del sensacionalismo.
Bloom progresa en una dirección esperada, mientras que Nightcrawler avanza hacia un desenlace imprevisto. El desarrollo del protagonista es coherente y natural, solo tiene una dirección y esa es hacia adelante, por más que la película se torne más increíble o inverosímil. Aún así, Gilroy entrega un notable debut como director y da cuenta de que es un hombre al que hay que seguirle el rastro. Con una gran dirección de fotografía, un brillante personaje central y un ritmo vertiginoso, el film bien merecería tener una oportunidad en la carrera por los premios más importantes de la industria. Y Gyllenhaal necesita empezar a recibir el reconocimiento como el gran actor que es.