“Princesita” de Marialy Rivas. Crítica.
Abuso de menores y fanatismo religioso.
Bruno Calabrese
El jueves 11 de junio, se estrena dentro del programa Cine Virtual en en cuarentena de www.puentesdecine.com la coproducción de Argentina, España y Chile. Por Bruno Calabrese.
Tamara tiene 11 años, forma parte de una secta religiosa, dentro de la misma es considerada como alguien elegido para guiarlos en el nuevo mundo. El destino de la niña está marcado: ha sido seleccionada como un ser superior y como madre de otro ser superior que deberá nacer de la unión de la niña con el líder de la secta, Miguel. Enviada a la escuela, pero a la vez criada en una suerte de sociedad libre, en contacto con la naturaleza, Tamara, casi mujer, conoce a un compañero del que se enamora. A partir de ese momento todo cambiará.
Basada en un caso real, la historia ocurrió en Chile, en una pequeña localidad de Temuco, donde fue descubierta una niña, miembro de una familia que trabajaba en la zona rural, alejada de todos y con una formación de secta, que sin embargo iba al colegio y trataba de mejorar en sus estudios. La directora toma todos estos elementos y agregando la aparición de una historia de amor infantil construye un film hipnótico sobre el abuso y la manipulación de la sexualidad infantil.
Con un halo de inocencia, propia de las fábulas infantiles de los hermanos Grimm, el film comienza como un juego de liberación de una niña, pero a través de pequeños flashbacks nos va metiendo en la siniestra dinámica manipuladora de un líder sobre una vulnerable jovencita que está viviendo su despertar sexual. Las voces internas de Tamara comienzan a resonar en su cabeza, el amor por un niño la hacen poner en duda sobre su destino de ser quien lleve en su vientre al “enviado” hijo de su líder. La aparición de una maestra como confidente y fuente de confianza de la niña funciona como un quiebre en Támara, que sufre por la ausencia de su madre, fallecida, para poder expresar sus dudas sobre su cuerpo.
“Princesita” incomoda con un el perverso juego de seducción en el que Miguel introduce a Támara, pero a la vez es un relato que indaga en la faceta psicológica sobre el despertar sexual con un perturbador y lisérgico planteo sobre el fanatismo religioso y los manipulación de los adultos en base a sus siniestras creencias.
Puntaje: 80/100.