“Princesita” es un oscuro cuento de hadas que aborda temas urgentes. Nos encontramos con el abuso infantil tratado desde el punto de vista de la víctima; atrapada y manipulada. Una niña que despierta al horror y rompe el circulo de abuso en el que se ve sumida, como una metáfora de la identidad femenina, construida bajo la aceptación de una cosmovisión que abusa, toma posesión y somete, siendo estos crímenes acallados. Se trata de la indefensión ante un predador y de observar la masculinidad avasallante como metáfora de un tiempo y una sociedad en donde el hombre heterosexual y blanco se instituye como fantasía para la mujer.
Despojada de conceptos arcaicos, “Princesita” nos invita a pensar como funciona una mujer en la sociedad hoy en día. Mérito de una directora que recurre a la narración de voz en off, desde la subjetividad de su protagonista atrapada en esta secta. El uso de cámara lenta y la coloración fotográfica utilizadas como impacto emotivo en la incomodidad que repercute en el espectador, resultan dos virtudes técnicas a tener en cuenta. En la búsqueda del propio camino sanador, desde los ojos de esta niña la película nos habla de la identidad femenina que en ella se revela, presa en un mundo regido por hombres. Una realidad que, indudablemente, nos interpela.