Enseñanza para atravesar los duelos
La historia del docente de 55 años, venido de Argelia, que queda a cargo de un grupo de alumnos de escuela primaria que acaban de sufrir una pérdida, elude tanto las moralejas como los golpes bajos, los heroísmos o las actitudes redentoras.
Tal vez pensar este film en términos de lo que se define estrictamente como una problemática de orden educativo, circunscribirlo al espacio institucional en términos de aprendizaje curricular, sería simplificar la compleja propuesta que el mismo nos alcanza. Y por ello prefiero no partir del título adoptado aquí, sino del original, Monsieur Lazhar, ya que desde allí, desde la identidad de su personaje, tal como el pasaporte lo indica, más que de la función que ejercerá frente a su clase y ante la mirada de los espectadores, es toda su historia personal la que comenzará a salir al cruce en este nuevo ámbito que, ahora, lo empezará a interrogar con recelo.
Nominada para el premio Oscar 2011 en el rubro "mejor film en habla no inglesa", espacio en el que fue finalmente favorecido, y ciertamente, con justicia, el film iraní Una separación de Ashgar Farhadi; Profesor Lazhar mereció, igualmente, numerosos reconocimientos en los festivales de Locarno, Toronto y Valladolid. Y el punto de partida del mismo, de esta obra de este joven realizador, es la pieza teatral Bashir Lazhar, firmada por la autora de La edad de la inocencia, Evelyne de la Cheneliere.
Tras un hecho trágico que permanecerá fijo en la memoria de todo un curso y en la retina de uno de los niños, un hombre extranjero, llegado de Argelia, de cincuenta y cinco años de edad, llamado Bachir Lazhar se presentará ante una clase de niños de más de diez años. Niños que lo miran expectantes, en cuyos rostros pesa una sombra de silencio, pese a que las autoridades de la escuela han remodelado y pintado el aula, escenario de una trágica situación. Ante ellos, el recién llegado dará a conocer su nombre en la pizarra, ofreciendo su sonriente etimología como promesa de los felices días por compartir.
Algo se había quebrado en lo que debió ser el clima festivo de una escuela. Una puerta entreabierta dejó lugar al espanto. Y luego fue el vacío, un renglón de puntos suspensivos, lo que no se puede decir ni preguntar, por mandatos de los mayores, ante las pérdidas. En el film que hoy es una celebración comentar, la vida y la muerte se conectan desde el encuentro en el aula, desde esas voces que se comprenden frente a lo que está ausente. En la vida de Bachir Lazhar hay una zona de dolor que poco a poco se irá develando y que, desde aquella otra ausencia, se tenderá un puente de comprensión.
En su clase, los temas del afuera no están ausentes. Y esto no estará bien visto. Aquí, las miradas de sus autores estrecha su mano con la de los films de Bertrand Tavernier, Todo comienza hoy; Entre los muros, de Laurent Cantent y Ni uno menos, de Zhang Yimou, por citar sólo algunos de las dos últimas décadas. Film narrado de manera naturalista, que nos acerca a las reacciones de sus personajes, algunos de ellos inmigrantes, como el propio Lazhar, esta tan recomendable realización nos permite, igualmente, pensar a los niños desde su capacidad de debate y en relación con una temática no abordada con frecuencia en esta dirección y en estos órdenes, como es la del duelo.
Ambos, desde la escritura del guión y desde la misma puesta en escena, Bachir Lazhar y los niños, podrán referirse a sus propios pesares. En el ayer de él, mediando aquel libro y el estallido de la tragedia, su dolor lo ha llevado a pensar en su partida. Frente al inmigrante que es, frente a las historias que ha escuchado, la voz de la institución --y esto lo subraya el film de manera casi documental--, se dispone a sancionar.
No hay en el film ni personaje heroicos ni actitudes redentoras. No encontramos en Profesor Lazhar ningún planteo de moraleja. No es como los films del Hollywood de hoy donde finalmente aquellos rebeldes logran ser seducidos por un maestro que facilita fórmulas edulcoradas. Nada de esto hay en el film. Por el contrario, desde un relato austero, narrado con sencillez, va entregando con retazos algunos aspectos de ese hoy que lo empuja a Bachir Lazhar a estar en ese lugar, frente a quienes lo interrogan por su condición de extranjero. La mirada humilde de su narrador permite acceder a la interioridad y a la confidencia, a ser partícipes de una historia de rechazos, a compartir la comprensión del dolor de los otros frente a la muerte de sus seres queridos, los nuestros.