Historias mínimas
Las películas que transcurren en el aula son casi un subgénero dramático, pero el tono condescendiente que suele caracterizarlo ha cedido espacio, para alivio de muchos, a un tratamiento realista, como ocurre con la francesa Entre les murs (La clase), o controversial, como el film alemán La ola (Die Welle). En cualquier caso, las cintas de maestros y alumnos son carne para cine debate, y esquivar ese destino es quizá la mayor virtud de este film francocanadiense. Como el personaje de Adrien Brody en Detachment, de Tony Kaye, el profesor Bachir Lazhar es un maestro suplente (en este caso, con la carga de reemplazar a una docente que se suicida en el aula). Pero a diferencia del rol interpretado por Brody, Lazhar no busca otra cosa que vincularse con el alumnado. Su misión, de hecho, es ante todo humana: deberá acompañar a los alumnos en su fase postraumática, al tiempo que procesa su también trágico exilio de Argelia. Monsieur Lazhar (tal es el título original) muestra el camino para hacer un film sobre la pérdida sin regodeos ni bajada de línea. En esta historia mínima, lo irremediable genera un vínculo que lima diferencias y surge del modo menos pensado.