Un film vertiginoso y entretenido, basado en grandes persecuciones
Si se analizan los créditos de este thriller de Daniel Espinoza (un cineasta mitad sueco y mitad chileno, formado en Dinamarca y sin experiencia previa en películas en inglés) se podrá apreciar que el editor es Richard Pearson y el director de fotografía, Oliver Wood ¿Qué tienen de especiales estos datos? Ambos trabajaron en la saga de Jason Bourne (Matt Damon), que sirvió de modelo evidente a la hora de concebir Protegiendo al enemigo.
La otra curiosidad de esta película es que tiene a Denzel Washington (demasiado actor para un film correcto pero menor) como el malvado de turno. Su Tobin Frost es un brillante ex agente de la CIA que ha pasado a la clandestinidad para dedicarse a vender información secreta al mejor postor. Cuando está a punto de ser asesinado en Ciudad del Cabo, se entrega en el consulado de los Estados Unidos y es llevado a una "casa segura" (a la que alude el título original), que está a cargo del bastante más inexperto e igualmente ambicioso Ryan Reynolds.
Lo que sigue es una típica estructura de gato y ratón, con persecuciones automovilísticas, traiciones cruzadas y una velocidad y tensión construidas sobre la base de un montaje vertiginoso, en el que la mayoría de los planos dura unos pocos segundos.
Espinoza intenta (con suerte dispar) ingresar en las grandes ligas de los "autores" hollywoodenses de cine de género como David Fincher, Paul Greengrass y Christopher Nolan. Por ahora, debe contentarse con haber logrado un relato bastante sólido y coherente, con haber aprovechado los exteriores sudafricanos (el film estuvo a punto de ser rodado en Brasil) y con haber conseguido buenos trabajos de Washington (toda una garantía), Reynolds y veteranos intérpretes secundarios como Brendan Gleeson, Sam Shepard, Rubén Blades y Robert Patrick. No hay nada demasiado novedoso en Protegiendo al enemigo, pero -aun con sus elementos de fórmula- el resultado final es bastante entretenido.