Persecusiones al por mayor en el nuevo thriller de acción protagonizado por Denzel Washington y Ryan Reynolds.
Tobin Frost (Denzel Washington) es un ex agente de la CIA que, desde la clandestinidad, vende información ultrasecreta a quién quiera pagarla. Su negocio no va mal, pero siempre se se está en el hampa, algo sale mal, y es lo que le pasa, ya que en Ciudad del Cabo debe correr hasta el consulado de los Estados Unidos para entregarse y salvar su vida. Desde allí será transportado a un lugar seguro, escoltado por el inexperto agente Matt Weston (Ryan Reynolds). Allí se desatará lo que será el esquema de la película, es decir: persecusiones (lo más destacado de la cinta), acción sin respiro, traiciones y todas esas cosas que cualquier película como ésta, netamente de acción, debería tener.
La película funciona muy bien en su género, pero la sensación de estar viendo algo ya visto es muy marcada. Desde 16 calles, con Bruce Willis y Mos Def, pasando por la vertiginosa edición estilo Bourne (no es casual que el editor y el director de fotografía sean los mismos que en esa saga) convierten a Protegiendo al enemigo (Safe House, 2012) en un producto repetido, pero que no por eso deja de ser convincente y de entretener, lo cual -si vamos al caso-es su finalidad.
El elenco de la película está muy bien seleccionado. Sam Shepard, Rubén Blades y los protagonistas dan a Protegiendo al enemigo lo que necesita y que, en muchos casos, es el punto débil de las películas de acción: buenas actuaciones. Nadie puede discutir a esta altura a Denzel Washington, pero los demás (sobre todo el siempre cuestionado Reynolds) están muy bien en sus papeles y no desentonan a lo largo del film.
En definitiva, Protegiendo al enemigo es una película más, pero que no por eso debe ser ignorada. El cine de acción vive un déficit bastante importante en Hollywood, un género tomado con éxito por Francia y oriente. Ver que todavía es posible que en “la meca” se puedan hacer trabajos de este estilo es siempre algo positivo, y es algo por lo que este debut anglosajon del director chileno-sueco Daniel Espinosa no debe ser pasado por alto.