Cuando más es mucho menos
Voy a arrancar con lo obvio: es un desastre. Eso ahorra trabajo a quien sólo pretenda saber si la película es o no es buena. Un desastre chato y ridículo, casi inexplicable. Cuesta comprender la gestación de semejante estructura cargada de tantos fallos y yerros, en particular con tantas oportunidades que puede dar el talento que hay en juego.
El objetivo de Proyecto 43 es, al igual que lo hacía V/H/S con el terror, enmarcar una serie de cortometrajes en una historia central, como una especie de antología. Los nombres incluyen a debutantes (Elizabeth Banks, James Duffy, Will Graham), algunos que en la comedia han dejado películas entre mediocres y regulares (Griffin Dunne, Brett Ratner, Steve Carr, Rusty Cundieff), otros que rara vez han pisado el registro (aquí nuevamente Ratner, aunque también James Gunn), prácticamente ignotos (Patrick Forsberg y Jonathan van Tulleken) y los más experimentados (Peter Farrelly, Steven Brill). A estos nombres se suman los de un elenco multitudinario de estrellas que pertenecen a otros registros o están entre los mejores actores de la comedia contemporánea, un elenco realmente soñado de nombres que no vale la pena poner uno por uno, pero que prácticamente no necesitan presentación. ¿El resultado de esto?: un desastre, aunque eso ya se dijo.
Los gags parecen haber apostado por la incomodidad y la escatología, con algunas dosis de incorrección política. Pero existe un nexo común a todos los cortos y no es solamente que fallen en este aspecto, sino que también demuestran una incomprensión abismal del género, porque no hay forma de reírse de un personaje si su presentación es más bien escueta y pobre. Es así que puede surgir alguna risa espontánea en un determinado momento, pero todos los cortos son sumamente precarios. El más interesante por su registro es un falso comercial sobre trabajo infantil dentro de máquinas (¿?), dirigido por van Tulleken, quien al venir del registro documental logra un saludable contraste. Pero los demás son apenas atendibles. Hasta el Regador regado de los Lumiere tiene más gracia.
Ya saben. Esto puede ser más interesante como curiosidad que como comedia. Poco, muy poco.