Estrellas estrelladas
“¡Un gran elenco reunido para la mejor comedia de la historia!”, asegura la gacetilla de prensa de la distribuidora argentina que lanzó el film. 19/100 indica -por el contrario- el penoso promedio de Metacritic según los puntajes otorgado a este film por los críticos norteamericanos.
Entre la exageración de unos y la indignación de otros surge esta comedia negra que es una verdadera rareza. Producida con un muy bajo costo (6 millones de dólares) por Peter Farrelly, se trata de una acumulación de cortos (sketches) protagonizados por un verdadero dream-team de estrellas, que se atreven a todo. Incluso al ridículo.
No tengo nada contra el humor crudo, esos dardos políticamente incorrectos que explotan la sexualidad primaria, la escatología, el machismo, las humillaciones y la estupidez propia de la adolescencia. El problema es que aquí la proporción de chistes inspirados sobre intentos es mínima (confieso, claro, que me reí un puñado de veces y me tapé la cara unas cuantas más).
Algunos podrán sentir “placer” al ver a Hugh Jackman con los huevos (literalmente) en la garganta ante una asqueada Kate Winslet, a Chris Pratt tratando de defecar sobre Anna Faris (su esposa en la vida real), a Naomi Watts y Liev Schreiber (también un matrimonio fuera de cámara) educando con métodos sádicos a su hijo adolescente; o a Halle Berry sometida a situaciones extremas con su cuerpo, pero –sin caer en una mirada conservadora sobre el asunto- la experiencia en buena parte del film dista bastante de ser disfrutable y recomendable.
Una pena, verdaderamente, porque participaron del proyecto gran cantidad de directores, guionistas y actores de relieve. Y porque a Hollywood le viene bien un poco irreverencia y provocación entre tanto producto bienpensante y aleccionador. El problema es que el resultado final, esta vez, no está a la altura de su idea inicial.