Movie 43 no es una película graciosa y eso hay que dejarlo claro desde el principio porque es algo grave. Tiene algún momento de inspiración, sí, pero estos sólo sirven para acrecentar el fracaso de un proyecto que quiso ser grande y falló miserablemente. Cultora del humor irreverente, comete el pecado de olvidarse de ser cómica, lo que implica que en las constantes incursiones en el terreno del absurdo, sólo se deje en ridículo a la mayoría de los involucrados.
La conocen los que la perdieron y los realizadores de Movie 43: la libertad. Para la docena de directores y los casi 20 guionistas en plantilla hay carte blanche. Esto es porque no hay una unidad de criterio al momento de diagramar los diferentes segmentos, sólo un tronco básico –con énfasis en este adjetivo- que de alguna manera intenta justificar que cada 10 minutos se cuente una nueva historia. Cabe señalar que en la versión original, esto es para Estados Unidos, hay una idea general que tiene a Dennis Quaid como un escritor loco que presenta bocetos de películas a un ejecutivo interpretado por Greg Kinnear. Por un motivo que no se entiende, en los mercados internacionales –la Argentina, entre varios más- el planteo es otro, con un trío de desconocidos adolescentes involucrados en una trama de conspiraciones e idiotez total, un ejemplo de desinterés absoluto por parte de Steven Brill (Drillbit Taylor, Little Nicky).
De vuelta al pase libre, el productor Peter Farrelly –quien está teniendo serios rebotes en su carrera, con mucha irregularidad durante la última década- da a los involucrados en la propuesta aquello que les ofrecía a los personajes de Owen Wilson y Jason Sudeikis en su película del 2011: un camino despejado para hacer lo que quieran. Con un elenco soñado –hay cerca de 40 figuras reconocibles-, con distribución a nivel mundial a pesar del bajo presupuesto y, sobre todo, ningún tipo de restricción de parte de un estudio, hay que romperse la cabeza pensando las causas por las que se llega a una película como esta.
No es fácil hacer reír y menos lo es sostener la gracia durante una hora y media, pero cuando el proyecto se compone de 13 segmentos de escasos minutos cada uno, es difícil encontrarle la vuelta a lo que pasó. Como se dijo, no hay una línea argumental que los encadene -básicamente los cortos son de cualquier cosa que le plazca al realizador- y con la posibilidad abierta de lograr que reconocidas figuras de Hollywood hagan lo que sea por poco dinero, no se entiende cómo es que las ideas se agotaron al punto de no haber nada que se destaque –personalmente creo que Homeschooled, Super Hero Speed Dating y, por lo bien que James Gunn lo filma, Beezel, son lo que salen mejor parados-.
Movie 43 es un fracaso rotundo de quienes no parecen entender el presente del género. Quiere ser una suerte de Saturday Night Live o Funny or Die, para poner ejemplos de conglomerados de segmentos humorísticos, pero sin ningún tipo de limitación hacia quienes están detrás de cada corto. En la búsqueda de una comedia restringida, evidencia que el énfasis estuvo puesto exclusivamente en la segunda parte del concepto, en el intentar impactar antes que en el hacer reír. Es, a fin de cuentas, una producción que indigna. No por la pacatería del espectador, sino porque no se comprende cómo decenas de personas pensaron que esto era gracioso.