Juego de espejos
Habiendo pasado los 50 años, el sicario estatal Henry Brogan está cansado de esa vida y empieza a soñar con el retiro que se le avecina.
Antes de poder empezar a disfrutarlo, un viejo amigo le revela que sus jefes le mintieron sobre el último blanco que le asignaron: sin que tenga mucha oportunidad de confirmar la información, es atacado al mismo tiempo que su compañero y el informante.
Mejor preparado para defenderse que sus amigos, Henry sobrevive junto a la agente asignada para vigilarlo. Emprende una contra-cacería para escapar del implacable asesino que lo persigue, y al mismo tiempo desenmarañar la conspiración en la que se ve implicado sin pretenderlo.
Es clave para eso descubrir los verdaderos motivos por los que su antiguo superior y ahora jefe del Proyecto Géminis necesitaba muerto al falso terrorista, pero aunque Henry es el mejor en lo que hace, este nuevo agente enviado tras sus pasos parece poder adivinar sus movimientos y no le da respiro en una persecución por el mundo llena de acción.
Por si uno no alcanzaba
La historia del agente secreto o asesino al que no dejan retirarse es quizás una de las más contadas del género, por lo que sería algo iluso esperar mucha novedad en el planteo de trama que haga Proyecto Géminis.
Todo lo fundamental ya queda explicado en el trailer, incluida la identidad del perseguidor, que aunque desde la narración intenta guardar algo de misterio durante un rato, la difusión de la película se encargó de convertirlo en la herramienta de venta principal y le quitó todo misterio desde el primer momento.
Eso no implica que no quede nada en la historia: aunque simple, presenta un villano que no es un estereotipado sociópata sino que cree estar haciendo lo correcto, y una acompañante que nunca cae en los lugares comunes de interés romántico ni dama en peligro, sino que se gana su lugar en el equipo cargando su peso. Todo ello mientras Will Smith encarna a dos personajes muy parecidos pero con sus lógicas diferencias.
Seguramente por eso es que Ang Lee no se preocupa demasiado por complicar la historia ni pretender darle mucho sentido. Aunque se permite hablar un poco de dualidades y cambios generacionales quizás abusando del uso de espejos, todo es una excusa para hilvanar una serie de secuencias de acción bien coreografiadas y mostradas sacando mucho provecho de la tecnología FDR.
Lejos de ese estilo que cree que sacudir la cámara frenéticamente es mostrar la acción con agilidad porque no se entiende lo que está sucediendo, Proyecto Géminishace todo lo contrario y es su mayor acierto. La cámara da un par de pasos hacia atrás, deja que entre todo en cuadro y le baja la velocidad para mostrar cada movimiento con fluidez y precisión, sin que eso perjudique en nada al ritmo de la acción.
Es cierto que no sorprende mucho la trama ni las actuaciones, pero ambas quedan dentro del rango de lo correcto mientras lo que se luce es lo visual. Justamente donde este tipo de películas suelen hacer agua es donde Proyecto Géminis más se arriesga y le sale bien, salvando lo que podría haber sido una simple película chata de acción frenética sin sentido.